martes, 26 de mayo de 2009

Un cirio en la viga


La noche ya ha caido y alrededor del Simpecado hay un incesante goteo de gente que se acerca, oraciones en voz baja, una guitarra que suena y una voz que desgrana una oración sentida por sevillana, que hace bueno aquello de que "Triana le reza a la Virgen por sevillanas..."
El Simpecado tiene las luces encendídas y en la viga de madera, las llamas de los cirios, que traen aromas de esa Triana que se queda, esa Triana devota que la despidió en Castilla, esa Triana de la Pañoleta que la despidió con flores y velas, esa Triana de Castilleja que la despide con el corazón repartido entre el rojo de la Plaza y el azul de la calle Real y el verde trianero que los auna, en su día de fiesta grande cuando pasan las carretas.
Esos cirios, ofrenda de las advocaciones marianas trianeras para que a su hermana Rocío le brille más la mirada, y que ya hoy entregan todas las del barrio, pero que como en tantas cosas del arrabal, fuera pionera la hermandad de la O y que este año tendrán un recuerdo para quienes viven gracias a la vida donada.
De pronto suena una guitarra y una voz le canta a la Virgen Chiquetita, tras de la carreta alguien con lágrimas en los ojos se agarra a la plata que labrara Armenta y en las jarritas de la trasera, semiocultas entre las flores que exornan la carreta, las medallas de quienes la aguardan cuando pasada una semana vuelva a lucir por Triana el Simpecado de la Señora y la Reina.

1 comentario:

No cogé ventaja, ¡miarma! dijo...

Entre las velas que se encienden para lucir en esa viga, estará una que procesionó el pasado Martes Santo en el paso de Nta. Sra. de la Candelaria.
Joaquín Cazorla, trianero del Altozano y candelario de los buenos, se encarga todos los años de llevarla para ese fin.