En Cuarentena
El 127, había dejado atrás el Cerro del Fantasma y buscaba el peaje de Las Cabezas para llevarnos al paraiso-¿verdad Jesús Alfonso Rey?- y el viejo magnetófono que lo mismo reproducía las cintas cascadas de la Guardia Civil con sus gaitas, que las de los Payasos de la tele o Enrique y Ana, tras sonar aquellas sevillanas de los Estudiantes y sus coplas de amores -que tanto juego nos darían años después en noches perfumadas de serenata-, tras pedirlo incesantemente, convencíamos a nuestra madre para que le diera en ese momento la vuelta a la cinta, porque justo ahí, sonaban los sones, chero-ta-chero de Virgen de las Aguas, y una voz, que ya nos era tan familiar, la del pregonero Manolo Toro, recitaba, y nosotros a la par, aquello de "Sevilla, en cristiano canta, pero a su modo la Semana Santa,..." Y así cuando aquella voz remataba con aquel "no se contiene las ganas ni el sentimiento" sonaban las voces de aquellos Cantores, "Cuando en el jardín del sueño... ¡se abre la Semana Santa!"... Quizás esto no tendría sentido si no fuera porque estas sevillanas cofrades, de ocho palos, una por cada día, del genial Pascual González, nos acercaban aún más la Semana Santa que vivíamos en casa todo el año. Después vendrían otras, incluso aquella Misa Cofrade que hasta hubo que grabar en varias cintas porque las devoraba el viejo magnetófono..., pero fueron estas, quizás las más olvidadas, las primeras que tuvimos la suerte de aprender en aquellos viajes de playa de nuestra niñez.
Hoy, queremos en esta Cuarentena agradecerle a Pascual González, eterno pregonero de Sevilla como lo fueron otros que no llegaron a cierto atril, que con sus letras fuese aquel jardinero que abonó el sueño cofradiero de tantos, que por medio de sus sevillanas se acercaron a la Semana Santa.