Escuchábamos hace años en una tertulia que mezclaba toros y medios de comunicación, que uno de los motivos por los que la televisión podría empezar a darle la espalda a la fiesta podría ser, entre otras cuestiones, la duración de los festejos con desmedida faenas repetitivas e insulsas de “tropocientos pases” donde la técnica había ganado a la emoción, que solo invitaban a que el televidente, cliente real a quien se destinaba el producto, tomara su mando a distancia y cambiara de canal. Esta opinión, coincidía con la de cierta figura atemporal del toreo, que contaba la anécdota de que su afición desmedida había terminado por evitar ver en ocasiones las corridas por televisión, porque terminaba aburriéndose, haciendo alusión a cierta ocasión en que llegó a levantarse a tomar un café en medio de una faena y cuando al cabo del tiempo volvíó, seguía el mismo torero con el mismo toro…
Todo esto viene a colación de los tiempos actuales de la tauromaquia, donde la televisión apenas es una quimera de pago, o reducido a un par de canales autonómicos, que se las ven y se las desean para meter publicidad, mientras que los festejos están en nuestra opinión mal gestionados con numerosos tiempos muertos, unos obligados por las circunstancias de la lidia y otros a veces buscados en momentos que se le podría dar más celeridad al festejo.
Sobran hoy día faenas largas, e insulsas, por lo que cuando llega una faena corta pero cargada de verdad, toreando despacio, se valora mucho más. Quizás podrían entenderse que esto ocurriera en tardes en las que toreran matadores con pocas oportunidades, pero no cuando estos hechos lo fomentan auténticas figuras del toreo. El toreo es cadencia, pero ésta no está reñida con una falsa impostura que rellena de tiempos muertos, momentos que deberían de ir con más celeridad.
Un festejo no puede ni debe durar lo que en la actualidad duran, y quienes gestionan la fiesta deberían de ser los primeros en entenderlo, el otro día estuvimos tres horas y cuarto en una plaza de toros, quizás el aficionado no se canse, -que ya les digo yo que también- pero el público ocasional, sentado sobre el incomodo ladrillo o el tendido de piedra,tras mas de dos horas y media pongan por ejemplo al sol si no se esta divirtiendo con lo que está viendo puede terminar saliendo de las plazas y lo que es peor para no volver,porque no sólo de aficionados se llenan las plazas de toros y más las de las grandes ferias.
El futuro de la fiesta pasa ciertamente por volver a la mesura, y que algunos, tan aficionados al video para ver las formas de los antiguos y revisaran como también los antiguos gestionaban con gracia una vuelta al ruedo o el dar aire a un toro entre serie y serie, que el tiempo es oro y no todo el que se sienta en un tendido tiene más paciencia que el Santo Job.
Foto: Miguel Angel Salas /El Día de Córdoba
Del Cartucho de Pepe Luis en el programa Verde y Oro de Radio Betis 17/05/2021