sábado, 30 de abril de 2022

Público vs excelencia

 


Tras la apoteosis de la corrida de El Parralejo, de origen Jandilla, se anunciaba un festejo con la ganadería del hierro de la estrella para Morante, Diego Urdiales y Manzanares con un no hay billetes en las taquillas.Esto último es a veces un arma de doble filo, pues como alguien me definió un día el público de una tarde de toros, el porcentaje de los que no se enteran de lo que pasa en el ruedo se incrementa y mucho, y no tienen porque entender la excelencia de lo que ocurre en el ruedo. Si a esto se le suma, una falta de sensibilidad de la banda que con determinados toreros suele tocar a destiempo o un presidente que mantiene en el ruedo un toro con un problema en la vista, que el gran público no tiene porque apreciar o que cuando llega una faena excelsa de Morante no tiene sensibilidad alguna y parece que cuenta los pañuelos para no dar un trofeo a todas luces merecido. Para el gran público lo más reseñable de la tarde fue el largo brindis de Diego Urdiales a Joaquín (como se escuchó en un tendido no un jugador del Betis, sino el jugador del Betis), la oreja del consentido Manzanares al sexto y que Morante había moranteado para mal toda la tarde, y que al cuarto no lo había querido ver, alguno ya si eso te comentaba de las verónicas de Urdiales .

Así que está claro, para el público ocasional, ese que  nunca llega temprano, se levanta a destiempo, entra varias veces al caballo de las copas para que le pongan un pullazo a 9 € la copa normal y a 12€ la copa premium y que incluso alguno se permite el lujo de casi derramarla en el sufrido especador de delante al ir a subir, por donde mejor considera, no se le puede hablar de excelencia. 

La excelencia de saber ver a Morante, con un compendio de tauromaquia completa, variadísimo con el capote, ya fuera a la verónica o por chicuelinas, desempolvando viejar suertes como la revertina o las verónicas de manos altas, o el sabor de la musica callada del toreo mientras dibujaba naturales llenos de gracia, que sólo fueron correspondidos por Tejera en la última serie con los sones de La Giralda. Faltó la sensibilidad para corresponder a la magnífica clase de toreo clásico de Urdiales -no se puede torear con más enjundia y más verdad- y se premió con una oreja barata, para los tiempos reales de la tarde, la mediocre faena de Manzanares al sexto, -que de haber entrado la espada hubieran sido pedidas las dos-,al que en otros tiempos hubiera desorejado por derecho como muchos aún esperan que vuelva a torear, ante el posiblemente mejor toro de la tarde. Desgraciadamente la excelencia está reñida con los públicos, porque éste cada vez es más ocasional y con ello menos aficionado.

Foto: Pagés/Toromedia




viernes, 29 de abril de 2022

La sangre y la gloria

La ilusión de todo ganadero sevillano es que un toro le embista en la Maestranza, y ayer hubo un toro con la divisa Verde Betis y Oro que era para soñar el toreo, con una embestida en que hacía bueno su nombre, Dulzón, pues era dulzura lo que regalaba por ambos pitones. Ese toro con el que soñaba que un día le saliera a D. José Moya Sanabria, el recordado ganadero de El Parralejo, y que le tocó en suerte a Perera que aunque cortó una oreja estuvo por debajo de las condiciones del toro.

Precisamente a Dulzón, le haría Daniel Luque, un quite por ajustadísimas gaoneras que fue  tarjeta de presentación para lo que habría de venir después, ante un toro, tan distinto al anterior, al que dominó con su muleta. El toro llevaba ese peligro sordo que engañaba y cuando mejor lo estaba toreando le echó mano al torero de Gerena, al que le dio una soberana paliza, en unos segundos interminables en que los pitones buscaban el pecho del torero.
 
Se levantó con la taleguilla del precioso terno verde y azabache hecha jirones y manchada de sangre, y aún dolorido, siguió toreándolo como si fuera bueno.La estocada, que de momento es la estocada de la Feria, fue de efectos fulminantes, a lo que conjugado con la faena puso en manos de Daniel Luque una oreja. Tras pasearla por el anillo, pasaría a la enfermería, de la que saldrían para iniciar la faena del sexto.
 
El sexto era otro toro por el que en principio nadie daba un duro, salvo el torero, que lo brindó a la plaza. Fiel a su estilo, lo domeñó, sacando lo mejor de su repertorio, con un enorme circular, que aún lo está dando y que puso en pie a la plaza para relatar con la traca final de las luquesinas. La.estocada, en buen sitio, no fue tan fulminante como la anterior, lo que no fue obvice para cortar las dos orejas y abrir la Puerta del Príncipe.

Daniel Luque mostró su mejor versión, conjugada con la sangre y la gloria y que le permitió cumplir el sueño de ver a hombros el atardecer de Triana.

Foto: @arjona

jueves, 28 de abril de 2022

Chismoso, el sol de los gitanos

 

Era una tarde de abril, de esas que en la solanera el sol pica, y de pronto una nube cardena, en medio de la luz dorada, rompe a llover con eso que algunos llaman la lluvia de los gitanos. Chaquetas empapadas, las colgaduras -cada vez más descoloridas por cierto- como toldos sobre los sillones de tendido y las almohadillas sobre las cabezas...mientras sobre la bóveda celeste de la Maestranza un arcoiris recorre de sombra a sol toda la plaza.
En medio de todo esto, Chismoso rompe a embestir, en la muleta de Alfonso Cadaval, suenan los bieeeeen en los tendidos altos, gente que espera, que ve que el toro tiene transmisión, un bravo de esos que a veces son armas de doble filo. Alfonso se acopla, Suena la música, Tejera rompe con el pasodoble de Rafa Serna, Cadaval intenta templar la embestida, que pide mando a la par que suavidad para llevarlo más despacio, sorprende por momentos para bien el torero de Triana afincado en Utrera, que le ha salido una papeleta, de esas por las que muchos suspiran, la verdad del toreo, ese toro que te puede encumbrar para bien o mandarte a tu casa, y más cuando se trae tan escaso bagaje, y la alegre embestida del de Santiago Domecq, que pide más... El torero entra a matar, más con el corazón que con la cabeza y deja un pinchazo hondo que basta.Muchos se miran en los tendidos, algunos se preguntan si habrá sido uno de los toros de los que nos acordaremos el lunes sin resaca tras los Miuras, -¿habrá sido Chismoso el sol de los gitanos que brilla tras la tormenta de lo insipido?-  se concede una oreja al torero y una ovación fortísima en el arrastre al toro que bien hubiera merecido haberse ido sin las orejas, quizás en otras manos, -o quizás no-, no lo sabremos nunca. Ojalá el premio le sirva a Alfonso Cadaval, -que venía vestido con un terno que recordaba al de su amigo Pablo Aguado-, que en el sexto, quien sabe si hubiera podido hacer más, y al que le tocó un lote de esos que hacen cabilar en la soledad del torero.
 
Foto: Pagés/Tauromedia
 
 

lunes, 25 de abril de 2022

Vienen pidiendo más

 
La tarde andaba condicionada por lo vivido horas antes por el glorioso Real Betis Campeón, alguna que otra bufanda, corbatas béticas y chaquetas de tonos verdes se vieron por los tendidos. El helicóptero daba vueltas sobre el Baratillo, a veces permaneciendo en exceso como queriendo vislumbrar desde la altura la faena encimista de Esaú o la torería de Javier Jiménez. La tarde anunciaba a seis toreros sevillanos, que piden más pero que sólo han podido conformarse con esta oportunidad, dentro de las combinaciones de la Feria de Abril, con un encierro de Ave María-Santa Ana, que no fueron a la postre, el mejor lienzo para poder sacar lo que cada uno llevaba dentro y en donde se estrellaron tantas ilusiones. Pero aún así, Alfonso Oliva Soto, demostró que su poso de torero, está en aumento, con el sabor que dan los años, ese que nos hace esperarlo desde hace más de una década. Porque el de Camas, pide más y mejores oportunidades. Y no podemos olvidarnos del temple de Ángel Jiménez que supo aprovechar la oportunidad que le brindó el toro de Virgen María que cerraba el festejo. El resto de la terna estuvo por encima de sus oponentes, pero la actitud de los toreros se estrellaba con la aptitud de los astados, bien presentados pero de desigual juego, donde debemos de destacar el capote de templado de Borja o la voluntad de Paco Lama ante, un precioso burraco que mermó sus fuerzas, tras encelarse en exceso con el caballo.
Lo triste, es que de momento, de nada ha servido que Oliva Soto o  Ángel Jiménez, aprovecharan la oportunidad y vengan pidiendo más, porque quien tiene la posibilidad de contratarlo ha preferido dejar en mano a mano el cartel que ya tenía un hueco. La tarde que era de cante grande en verdiblanco, no pasó de cante chico en el Baratillo.

Foto: Pagés/Tauromedia