miércoles, 7 de agosto de 2019

Pablo Aguado nos pone a cavilar



Han pasado los días, y cuando pensamos en lo que vivimos la otra tarde junto al Cabezo viendo a Pablo Aguado relatar el toreo y haciendo al genio de Morante buscar la chispa de su mejor tauromaquia, aún se nos estremecen los sentidos. 
Porque como decía el genial Rafael el Gallo, la verdad del toreo es tener un misterio que decir... y decirlo, y ese misterio que vuelve a la gente medio loca en las plazas de toros,que les eriza todos los vellos del cuerpo que recorre con un escalofrío de felicidad por la espalada, ese que los hace abrazarse con el de al lado como si se conocieran de toda la vida, aunque  hasta esa tarde no hubieran coincidido en la vida, te hace pensar y también porque no, cavilar, porque este torero, no sólo hace pensar y cavilar a los simples mortales, sino también a los genios, que como Morante, se motiva -y de que forma- esta competencia, que no sólo no se contraponen sino que se complementan.
Aguado, es la escuela apolinea del toreo que lleva a sacar el mejor fruto de la escuela dionisiaca de Morante. Y así cavilaciones van, cavilaciones vienen, nos hacen soñar con verlos juntos en los carteles para empaparnos de la pureza de sus tauromaquias.
La otra tarde junto a la Ría, Pablo Aguado nos levantó de los asientos, cuando sobre el albero derramaba el almibar de su torería,
donde toma el palillo con una suavidad que su muñeca torna en caricia el aire bruto de la embestida. donde la naturalidad es tan innata, que hasta para salirse de la suerte lo hace como quien sale caminando por la calle, y en el que sólo el manejo de la espada nos devolvió a la realidad. Después vendría la gran faena del sexto, y la espada acompañó, rubricando un triunfo para los amantes de los números, pero sólo nos conformamos con poder volver a verlo torear tan despacio, por ambos pitones, como toreó a su primero de Albarreal... 
Pasan los días y seguimos recordando aquella faena de Pablo Aguado en Huelva que pasada la apoteósis del momento aún nos pone a cavilar.

Foto: Arjona - @Firma_Arjona

viernes, 2 de agosto de 2019

El Cid, y - Rebaja - Cuadri, cuando quien tuvo, retuvo


Se cumplían 40 años de la alternativa del Maestro Espartaco en la desaparecida Monumental de Huelva, cuando se anunciaban en la Merced un encierro de la siempre interesante ganadería onubense de Cuadri junto con una terna de toreros sevillanos, El Cid, Escribano y Rafa Serna que ponían el aliciente de meterse en carretera para reencontrarnos con una tarde toros junto a la Ría y a los pies del Cabezo.
Tarde de reencuentros, en la que nos reencontramos con aquella versión de El Cid con su rotunda mano izquierda, ante un ejemplar llegado de Comeuñas de nombre, Rebaja, que tenia un pitón izquierdo que no era precisamente de saldo, pues era de los que valía un imperio. Dice el viejo refrán español que quien tuvo, retuvo, y tras su rotundo triunfo de hace unos días en Santander, El Cid, cual ave fénix, nos mostró la mejor versión de su tauromaquia, mientras Rebaja embestía sin descanso y algunas voces desde el tendido pedían devolver a los entornos de Trigueros al buen toro de Cuadri. Finalmente el toro se llevó la gloria de la  merecida vuelta al ruedo y nosotros nos llevamos el recuerdo de aquel torero de Salteras que atesoraba una mano izquierda de seda.
Vaya despedida que está regalando El Cid, este verano por los cosos de España.
Foto: Arjona