Alguien dijo una
vez, que Paco Santiago era el digno de sucesor de ese maestro de la fotografía
sevillana que es Jesús Martín Cartaya, y cada vez que
la oportunidad lo requiere Paco, sin necesidad de dar codazos ni molestar tiene
el don de crecerse y como quien no se da importancia, tiene el don de
regalarnos joyas como esta que llaman a la reflexión.
Así el
otro viernes, sin ir más lejos, en San Lorenzo nos sorprendió a todos con esta
foto que llena ese vacío al que cada día parecen lanzarse, quienes sólo ven en
esto el fin donde matar aficiones más o menos mundanas, ya fueren las de la
música, las del deporte sacro o aquellas que confunden el mundo de las
hermandades con juegos de politica, al más puro estilo de Maquiavelo y el
Príncipe.
El
otro día, la cámara de Paco supo ver todo lo que entre ese bosque se esconde y
encontrar esa devoción sincera de quienes se aferran a sus devociones como el
clavo ardiendo donde asirse cuando la vida da esos reveses, ay, que lastiman el
alma y hacen quebrar las sonrisas más risueñas de San Lorenzo.
Esa es la Semana
Santa que algunos no quieren ver, porque se encierran en las polémicas
mundanas, ahí está la realidad de quienes se acercan a sus imágenes sabedores
de la unción de lo que ellas representan, porque un besamanos no es un taller
de fotografía ni un lugar de tertulia, sino la posibilidad tangible de
agarrarse a Dios con las dos manos y pedir por tantas cosas, que desgraciadamente
no están en manos de gestores, comisarios ni de hermanos mayores ni
menores...
Ahí está la
realidad de lo que la oración pide, la que todo se basa en la devoción sincera
y que se depositó como ofrenda de vida, besando y poniéndose en las manos a la
par humildes y poderosas del Señor ante Anás en San Lorenzo.
Fotografía: Francisco Santiago