domingo, 25 de julio de 2010

Mucho más que seis letras


Porque eres mucho más que una cucaña o un puesto de avellanas verdes en los días señalaitos de la Velá de Santa'na, porque eres mucho más que un sólo de corneta, muchos más que un paso que anda picando el izquierdo, mucho más que la Boca del León o que una media abelmontada.
Porque eres mucho más que el humo perdido de tus tejares, el barro alfarero de tus cacharros, los sones de tus cantes; toná, debla, martinete, soleá...; que van mucho más allá del repique de las campanas de los cuatro puntales finos, cardinales del arte, que te sostienen.
Por que eres mucho más que una cinta verde en mi sombrero con las seis letras de tu nombre, en esos días en que presumimos al mundo entero cuanto es nuestro orgullo al ser de ti, porque eres mucho más, que un puesto de carne en la Plaza de San Gonzalo, un puesto de frutas  en la Plaza de Triana o un cartucho de 'pescao frito' de San Jacinto, una partida de dominó en la Peña Trianera o una cerveza helada en el Sol y Sombra saboreando en el alma aquellas gambas al ajillo que en cazuelas de barro ponían en la antigua bodeguita del Patrocinio.
Por que eres mucho más que la tierra de Justa y Rufina, mucho más que las seis letras con la que los ceramistas remataban sus obras, que el trabajo de fragua que hacen balcones para que lleguen tus orfebres y dibujen coronas para la Esperanza, porque eres mucho más que un nombre en la historia e incluso vas más allá de una forma de ser, porque estas sin decir nada y diciendolo todo en la gracia florecida de las gitanillas de tus balcones, en las pilistras de tus patios, en las macetas de albahacas, en las moñas de jazmines que adornan a tus muchachas y en el aroma de la dama de noche que impregna la brisa de tus madrugadas.
Porque fue tu luz, la primera que vieron nuestros ojos, tu aire, el primero que respiramos y nuestra vida siempre suspira por perderse una vez más en tus callejuelas, ya sean las de siempre, las que están cargadas de historia como por esas otras, calles nuevas que están cargadas de esa otra intrahistoria de quienes forjan tu leyenda día tras día...
Por que eres mucho más que las seis letras de un Viernes Santo, de un Corpus Chico o de ese jueves  al anochecer en que vuelve al barrio en su carreta de plata la Estrella más pura de tu cielo... y que ha sido la inspiración artística de tantos, el mejor cartel en la mejor esquina del mundo.
Porque eres mucho más que las seis letras que todo esto han inspirado e incluso que estas palabras que hoy te digo y que salen de lo más hondo de mis sentidos, cuando lejos de ti ,te echo de menos y quisiera mirame en el espejo de tu río y decirte al oido con tres palabras, lo mucho que te quiero, TRIANA.

miércoles, 21 de julio de 2010

Nuestra libertad



Has aparecido en medio de una limpieza, entre viejos apuntes de 1º de BUP, de aquellas Matemáticas de la inolvidable Doña Carmen, de folios amarillentos y tinta negra de estilográfica, cuidadosamente doblada por la mitad, sujeta por un clip a un programa de mano con una pintura que representaba el sueño triunfador de un muchacho y una crónica de ABC firmada por Fernando Carrasco.
Allí estabas, con los bordes ligeramente rosados y una esquina ligeramente doblada; la publicidad de Rives y el reglamente recordando la prohibición de tomar imágenes; por delante el precio, 300 pesetas del año 90 y la imagen de una larga cambiada de rodillas con la marca de gráficas Raimundo. Y nos recordaste la historia de una libertad, de un camino en un campo sin puertas que iniciábamos, como es el de una afición libre que a veces se convierte en una pasión llena de sentimientos.
Es el recuerdo de la primera vez que pisamos una grada de sol para una novillada nocturna, sin compañía familiar alguna, éramos sólo tres quinceañeros que por primera vez cambiábamos lo que podía haber sido una tardenoche de julio, de cine de verano en el Avenida de Pagés del Corro (y la campanita del colegio del Rosario especialista en cargarse el mejor momento de la película) por el supremo rito de una noche en la Plaza del Baratillo, eran otros tiempos, sin las indecentes neveras que ahora pueblan tus tendidos, con gente que venía de los pueblos para ver y acompañar a los novilleros que estrenaban el miedo de su primer compromiso importante, de fotos en la Puerta Principal con los arcos maestrantes poniendo planta de figura en tarde farolillos y seda de estreno, mientras la realidad marca un fondo desierto de ladrillos caldeados por el sol y la seda alquilada del vestido en oro, gastado de tantas tardes de talanquera y capeas por esos pueblos de Dios por quienes como ellos aquel día estrenaron la ilusión de vestirse de luces.
En el cartel tres torerillos anunciados, José Manuel Romo de Sevilla, el utrerano Miguel Ángel Rondino y Alonso Sánchez de Palma del Río los novillos de Felipe Navarrete. En la Puerta de Cuadrilla, sin los del castoreño, sólo un tiro de mulillas.

Todo esto anteriormente descrito, no hubiera tenido sentido si no hubiéramos tenido unos padres que permitieran que se forjara con total libertad en nosotros una afición hacia la fiesta, la libertad de permitirnos acudir a una plaza de toros, esa libertad de la que hoy quieren privar a tantos ciudadanos, esa libertad de doble moral, que en ciertos partidos políticos para algunas cuestiones moralmente menos justificables obligan a una disciplina de voto, y que para otras dan una cierta libertad para ser políticamente correctos.
Ahí está ese Partido, que gobierna tanto en nuestra tierra como en Cataluña, y que mientras aquí es el gran defensor de la fiesta porque los toros dan votos y permite a algunos pasearse como “pedro por su casa” por los callejones de las plazas de toros, en Cataluña rompen la disciplina de partido para no perder más votos de los que ya han perdido por sus propios desaciertos en otras cuestiones baladíes, impidiendo la libertad racional de acudir a los toros.

viernes, 16 de julio de 2010

La promesa



Había cruzado la vieja dama  bajo un sol de justicia aquel puente engalanado desde el Muelle de la Sal, buscando el bello edificio con forma de mechero donde se cobija una devoción antigua y marinera; contaban que la promesa era antigua, tanto que cuando aún no existía la nueva capilla ya llegaba hasta aquel punto junto al Altozano para dejar una oración y una ofrenda de flores frescas.
Podía dejar esas mismas oraciones ante otras imágenes de la misma advocación pero por algún motivo llegaba hasta este punto, quizás porque en ese mismo punto se fraguó un lejano día una promesa de un escapulario al cuello y flores frescas cada 16 de julio.
Quizás nada tenga ya sentido, porque los autenticos protagonistas de esta historia hace bastante que ya no están en este mundo, pero sólo se, que en recuerdo de aquella promesa hoy dejaremos nuestra ofrenda de claveles rosas a la puerta de la capilla del Puente, aromas marineros de un barrio, tradición heredada de quienes nunca se sintieron trianeros, pero que venían cada 16 de Julio a rezar una Salve ante la imagen que bendice a quienes pasan cada día por el puente, ya sea para cruzar hasta Sevilla o para volver a enredarse en las redes marineras del barrio, que oh casualidades de la vida, del que un día partimos.