Nadie, en sus cabales, diría que la empresa de Manuel Escribano de encerrarse con seis toros de Miura en Sevilla fuera a ser fácil, pero la actitud del torero de Gerena durante toda la tarde, defendiendo la verdad de su tauromaquia, marcada por la honradez consigo mismo, con portagayolas, banderillas y quites variados, dentro de la complicación de los toros que le cayeron en suerte está por encima de toda duda.
Sólo pudo pasear una oreja, del 5º Miura, el toro sin duda de la corrida, de nombre Remontista y con el que se vivieron los mejores momentos de la lidia, un toro al que Manuel Escribano toreo muy bien por ambas manos, primero con la mano derecha con mucho temple y luego al natural, en donde se vivieron los momentos más importantes de la faena. La colocación de la espada que dejó fulminado al toro, quizás un poco desprendida, pudo ser la causa en la que se amparó el palco en esta ocasión para no conceder la segunda oreja. Las cosas de la Presidencia de Sevilla que es capaz de dar orejas de pueblo en otras tardes y ponerse seria en los días en los que hay que saber valorar de otra medida y con más condescendencia lo que ocurre en el ruedo.
Mención aparte merecen las cuadrillas, debiendo de destacar que el matador compartió banderillas con José Chacón y con Fernando Sánchez en el tercero y de nuevo con el banderillero toledano en el quinto, destacando el gran par que puso en el tercero. Importante igualmente fue el tercio de varas, donde casi todos los toros fueron puestos con distancia donde destacaron Manuel Jesús Ruiz Román y Manuel Quinta.
La honradez de Manuel Escribano fue reconocida por el público toda la tarde, ya desde que apareció vestido de blanco y oro con bordados granas por la Puerta Principal antes de hacer el paseillo o cuando lo sacaron a saludar al tercio o hasta en las tres ocasiones que se fuera camino de chiqueros. Esas mismas ovaciones lo despideron cuando caía la tarde y el torero salía por su pie por la misma puerta. Tras cruzarla se cerraron los festejos de la feria taurina sevillana.
Fotografía: Pagés