lunes, 31 de marzo de 2014

Ilusiones

En Cuarentena...

Para Jesús Argudo y Jesús Trigo.

Apenas habías  soplado las catorce velas de la tarta de cumpleaños, cuando de la mano de tu padre te acercaste a San Lorenzo, como olvidar aquel día, en que traspasastes por primera vez aquella puerta que comunicaba el Casinillo con la Bolsa y allí dos señores, que tiempo más tarde llamarías los Manolos (Nevado y González), te medirían y sacarían aquella túnica que te cubre cada Madrugada. Después a la Alfalfa, donde te probarías el esparto y tras comprar las sandalias terminarías en la Alcaicería encargando el macho de cartón. Tantas ilusiones en aquel día en que alguien también te recordó que aquella túnica fue también la mortaja de tus mayores por lo que aquel hábito no era ningún disfraz y había siempre que guardarle respeto.
Esa ilusión de la primera vez la estamos reviviendo esta Cuaresma, los responsables viven lejos de la ciudad, pero nos han regalado la oportunidad de guiarlos como mi padre me guió la primera vez y ese regalo lo guardaré siempre, como guardamos la ilusión de aquel adolescente, la primera vez que llegó revestido de ruán, y cruzó su mirada con la ternura del Gran Poder en San Lorenzo.

domingo, 30 de marzo de 2014

Laetare

En Cuarentena...





Laetare, Jerusalem, 
et conventum facite,
omnes qui diligitis eam: 
gaudete cum laetitia...

En la Encarnación hasta las setas huelen al incienso del Valle, por Triana la Estrella ofrece sus manos y en cualquier esquina te sorprende la mudá de algún paso, mientras huele a tanichí de la limpieza de la vieja plata labrada. Igual que ayer, igual que siempre.
Ya todo se intuye, en la oscuridad del templo, aquel bulto cubierto de trapos, ha ido tomando forma, la luz dorada del canasto ha iluminado la estancia y la plata ha dejado las vitrinas para formar el mecano de la gracia donde reinaran las devociones que nos fueron legadas. Es tiempo de júbilo, nuestra alma vuelve a buscar el ayer, y nos hace capaces de hacer nazarenos de plastilina junto a nuestros hijos, ellos no lo saben, pero están jugando con sus padres sin saber que están jugando con aquel niño que un día fueron, y que si no fuera por la vergüenza, volverían a bajar corriendo de vuestra mano la rampla del Salvador. Regocíjate, porque es el tiempo de volver a reunirte con quien un día fuistes, en aquel lugar donde siempre vuelves, porque allí, en aquella Plaza, nunca habita el olvido.

domingo, 23 de marzo de 2014

Reencuentros

En Cuarentena...
Esta tarde de reencuentros del Zurraque a Monte Pirolo, toda Sevilla esperando desde Procurador a Alvarado, Alfarería, Antillano Campos... es una muchedumbre que espera, que  ay, cuanto necesitamos tu presencia y ha sido demasiada tu ausencia desde la última vez que te asomaste a tu trianera calle Castilla.
Y aquí estoy yo de nuevo, saliendo a tu encuentro, como cada mañana de Viernes Santo, cuando apenas se nota el cansancio de la Madrugada y aunque haya que cruzar Sevilla entera, Tú y yo sabemos que tenemos una cita en el Patrocinio.
Y te recuerdo, cuando me llevaban a verte cogido de la mano, cruzando calles que ya no existen, con casas que se perdieron, con aquel el humo de los tejares que eran las únicas torres que se alzaban al cielo de Triana desde la Vega y yo me quedaba ensimismado al contemplarte en la altura de tu paso o cuando clavaba mi mirada en tu mirada, la mañana del Domingo de Gloria.
Ya no soy el niño, ni siquiera el adolescente que descubrió tu blanca espadaña recien estrenada desde la celosía del patio de mi casa, pero soy el mismo que ante el Cahorro vuelve a quedarse ensimismado cuando lo veo pasar a mi vera, como esta tarde, en que he vuelvo a ser aquel, al que de la mano enseñaron a contemplar tanta vida en el último aliento del Dios trianero que habita en el Patrocinio.

miércoles, 19 de marzo de 2014

La cera que arde

En Cuarentena...

La vira de oro de la tade de marzo nos ha traído a San Lorenzo, altar de cera tiniebla, túnica blanca y manos a la espalda, toda la humildad del mundo en una mirada de frente -siempre de frente- que nos retrotrae a la fría estancia del enfermo por el que pasan los días en la rutina hospitalaria. Allí el médico también viene de blanco, con las manos a la espalda para reconocer al paciente, en esas mañanas de hospital interminable, cuando la convalecencia es puro trámite, previa a esa alta clínica que nunca parece llegar, cuando las visitas son las contadas y las ausencias ay, casi siempre más de las esperadas.
El Quinario avanza mientras la cera va creando gota a gota el moco donde se sustenta el legado que un día nos legaron y que hoy ya vamos legando, un moco sin imposiciones ni voces altas, que para altos ya están los sones de Lerate, que no entienden de ausencias y sí de presencias, que aquí no hay más cera que la que arde, un moco que chorrea y se esparrama sobre el platillo como orgullo bofetero, en el que dicen que como una patena o un espejo ya se aprecian -cercanos, muy ceranos- los primeros rayos del sol naciente de los nuevos tiempos.
Fotografía: @artesacro

lunes, 17 de marzo de 2014

Saeta cordobesa

En Cuarentena...


La tarde tenía el aroma de día grande, de gran fiesta, con formas en cierto modo alejadas de nuestras formas y otras en cambio tan cercanas, tan nuestras, que bien parecieran las cales de las fachadas, el sonido de la música de Gámez y el aroma del incienso ser el preludio de lo que viviremos pronto, muy pronto, en una de esas calles que sólo recorremos en Semana Santa. Y es que ante este retablo de la belleza sólo podíamos dejarnos llevar y sentir como propio, aquello que era tan distinto, durante el traslado de esa Piedad de Juan de Mesa, que es la Virgen de las Angustias cordobesa, desde San Pablo a San Agustín.
La llegada a la plaza, nos trajo desde la distancia el recuerdo de otra Plaza, y aquella mezcolanza de tantas cosas, de tantos sentimientos a flor de piel, que fluían desde los sones de Farfán, mientras fluían saetas ahora por los balcones, ahora a pie de calle, mietras el paso avanzaba enre nubes de incienso dejándonos el recuerdo de otra Semana Santa mientras que la última luna llena del invierno iluminaba la tibia noche cordobesa.

jueves, 13 de marzo de 2014

Esperanza

En Cuarentena...

Pasan los días, y casi como sin darnos cuenta, se estaran bajando del altillo las talegas con las túnicas, allí donde se guardan tantas cosas, desde los juegos de la niñez, la raqueta de aluminio o una vieja camiseta rayada. Ya pronto llegará el aroma de los espartos perfumando la estancia y hasta por algún rincón se colocaran las sandalias... mientras la luna espera mirarse en el verde espejo del Betis en la más íntima madrugada.
La vida pasa, dejando atrás el aroma de la Cuaresma, que tanto sabe de azahares y de cera derramada por esa calle sin cofradías a la que le dan la propina un Vía Crucis para que se sienta así pagada y chirrien por ella los coches al girar en la empedrada, aunque todo haya pasado y en el recuerdo sólo quede la visión del paso que entre la humareda se alejaba, pero siempre permanecerá en el alma, el frescor de la vida que siempre trajo, vestida de verde, al alba, la Esperanza, quizás por que ella es lo único que le queda por aferrarse a nuestra alma.

miércoles, 12 de marzo de 2014

El ADN del Museo

En Cuarentena...



Para cuantos conocemos la Semana Santa actual sería imposible de ubicar al Museo lejos de la jornada del Lunes Santo, pero hubo otros tiempos en que el Museo fue una Hermandad de Viernes Santo, con un sólo paso a manera de Calvario, y con una iconografía tan alejada de la que estamos acostumbrados. Pero todo aquello que un día fueron, a pesar de las modas y de las formas evolucionadas con el tiempo, en las cofradías permanecen y ese ADN vuelve a salir cuando las ocasiones lo imponen. Así en el pasado Vía Crucis el Museo dio muestra de todo aquello que fue, y que no olvida, con un cortejo plagado de pequeños detalles que no eran ajenos a quienes acostumbramos a acompañar a la cofradía cada Lunes Santo. El Museo fue tan Museo como siempre, y si alguno nos contaron la guasa de compararla desde dentro como una tarde de Curro Romero –silencio en el primero y dos orejas y vuelta al ruedo en el segundo- la hondura que mostraron el pasado lunes demostraba las formas que no se apenden, por que se heredan con los siglos.


Fotografía: (Vía Twitter).@salvita1996


domingo, 9 de marzo de 2014

La vida es una viñeta

En Cuarentena...

Confieso que de niño apenas me gustaban los tebeos, aunque los veranos de Sanlúcar me hicieron conocer no sólo a Mortadelo o Filemón sino al Guerrero del Antifaz o Roberto Alcázar y Pedrín que nos compraban en los puestecillos de la feria del libro en la Plaza Cabildo. Desde hace unos años nuestros amigos "los Da-Da" (Damián y David Díaz Cantelar según Paquiño Correal) nos tienen enganchado con sus Viñetas Cofrades esas, que como contaron en la presentación del cuarto número surgió en estos momentos de descenso de trabajos por la crisis.
Acercar la Semana Santa por medio del cómic me pareció una genial idea, tanto que ya hemos tenido que renovar algún número que ha terminado seriamente perjudicado por el uso del mismo junto a  mis hijas, así que cuando ya está la Cruz de Guía de su portada -y que cruz de guía!!!- en la calle sólo nos queda disfrutar de sus cuidados contenidos, y es que si según Caro Romero la vida es una semana, ésta bien que cabe dibujada en una viñeta.

viernes, 7 de marzo de 2014

Torrijas

En cuarentena...


Como cada año, en este día, cuarenta ya, aquí están, las torrijas que vienen del alma, llegan enmeladas de estrellas, con el sabor que impregnan los caldos de Sanlúcar, de unas manos, que siguen guiando a otras manos que aunque aquellas ya no esten, su sello siempre permanece como mejor regalo de este día.
Traen estas torrijas de hoy, el sabor de lo cotidiano, que se transmite en los mismos fogones, y aunque pasen los años, son fieles a su cita, porque ellas no entienden de ausencias y si de la presencia que se mantiene en quienes nunca se fueron, porque siempre están muy firmes en nuestro recuerdo.
Y así, con la vira de oro de esta tarde de marzo, han vuelto, como las colas ante ese Cautivo en San Ildefonso de viejas estampas guardadas en desgastados devocionarios, y como los besos del Talón de San Lorenzo, esos que hoy se comparten con las manos de una Madre, manos que hoy se ofrecen y nos traen el mejor regalo, el de las torrijas que siempre vuelven cada siete de marzo.

jueves, 6 de marzo de 2014

El pebetero

En cuarentena...


La monotonía de estas tardes de Cuaresma en el despacho, se rompen con los sones de los Gámez o los Font, la rutina de la tarde se hace más llevadera escuchando los compases de Macarena de Cebrián, el sólo del oboe de un trío de capilla y por supuesto con el aderezo del humo del incensario que al estar posado en la mesa nos trae recuerdos del pebetero.
Ese pebetero, que nos retrotrae a una tarde de primavera y a la plaza, siempre la Plaza, cuando el humo que desprende envuelve de misterio la atmósfera que rodea al pasaje evangélico, mientras que hoy, llena de aromas nuestra labor a la par que la luz va avanzando cada tarde, siempre de frente, ganando con valentía la batalla de la primavera, sobre el invierno que se aleja dejando los fríos de cada madrugada.
Las tardes de Cuaresma en el despacho tienen el perfume de la vida que nos llevan irremediablemente hacia esa tarde en la que nos alejaremos para siempre vestidos de nazarenos con el único perfume de su esencia.

miércoles, 5 de marzo de 2014

Ya has llegado...

En cuarentena...
Ya has llegado, como el azahar al naranjo, como la luz que cada tarde avanza más allá de la cornisa del Aljarafe, como la pancarta que cruza de punta a punta la Puerta Carmona, como el sonido de aquella vieja saeta de Centeno... Ya has llegado, como siempre, como volvieron las golondrinas a las cornisas, y los vencejos a la plaza, que este año estrena la desnudez de las palmeras que tantas veces rodeamos de niño en aquella mañana de domingo de Función Principal con aquella medalla al cuello que casi nos llegaba a las rodillas.
Ya has llegado, trayendo la ceniza que nos señala la frente y nos marca el alma, han vuelto los nazarenos a la consola de la entrada y a reflejar tus ojos, en esos ojos que hoy se miran en el escaparate de La Campana... Y así a partir de hoy, cuarenta días y cuarenta noches, para vivir y revivir lo que nos quedará eternamente marcado a fuego en nustra memoria, esa que nos lástima con su recuerdo en fechas lejanas a los días del gozo. 
Ya has llegado, y ahora quiero escucharte, sentirte, vivirte y preparar todo aquello que nos espera, porque de nada serviría todo esto, si no supiéramos que has llegado para hacernos sentir sencillamente el eterno triunfo de la vida.