Cuando apenas quedan horas para iniciar los ritos que bien guarda la memoria, cuando ya las papeletas; este año una más, pura simbología de que lo que un día recibimos y que ya empezamos a ofrecer a quienes ya han llegado; descansan sobre el viejo escritorio y en el soberao están las talegas (donde se guarda aquel hábito que espera durante toda la vida el momento, que habrá de llegar) junto a los espartos con su aroma y los machos de cartón de la Alcaicería , esta mañana se ha cumplido un nuevo rito que anuncia la llegada del tiempo durante toda la vida anhelado.
Cuando ya el aire trae a los herrajes del balcón los primeros aromas de los azahares, tras este año duro de lluvias y de calores, de fríos y de calimas, éstos sienten ya la ausencia de quien durante todo este tiempo fue su compañera, el abrigo al que aferrarse, el símbolo de la luz de la mañana de palmas y olivos, del que han sido desnudados y ya aguardan el momentos que de nuevo, aquellos lazos que son el mejor honor a Dios, se vuelvan a asir a ellos para sujetar a la nueva palma que ya espera de ser bendecida en la mañana de hosannas y aleluyas, para volver a lucir en el balcón cuando la Gracia y la Esperanza de nuestra vecina deje el aroma de su fragancia en nuestras pupilas.
Alguien dijo que la vida es una semana, y a una semana de la gloria de la vida , ya nuestro balcón espera que llegue la mañana de su Domingo de Ramos, para estrenar la vida que un año más está a punto de empezar.