Hay que estar poco cuerdo para meterse en la Maestranza en esta tarde del día de la Virgen de los Reyes, la plaza de toros es un autentico horno de ladrillos recalentados por el sol y que como alguien dijo en la antigua Grada 4, hoy Tendido Alto 8, bien pareciera una sauna finlandesa, cuando el termómetro del Paseo Colón marcaba 43º y a la hora del festejo, las ocho de la tarde, el sol aún estaba alto y los precios en taquilla apenas varíaban de los de otras fechas con festejos mayores y el cartel el único aliciente que ofrecía era el ver a tres jóvenes toreros sevillanos que desde que tomaron la alternativa apenas han toreado.
Con estos ingredientes, demasiado que el aforo apenas superaba el cuarto de plaza, y a pesar de mucho guiri, había aficionados de las localidades de los matadores - Espartinas, Dos Hermanas y Écija- y los indomables habituales de todos los días.
La tarde, por pundonor y entrega se la llevó el nazareno Antonio Nazaré, que salió dispuesto ante los toros de su lote, buscando dar un golpe de timón en su carrera que merece un mejor trato, y cortó una oreja benevola a su segundo, un toro embustero que sabía lo que se dejaba atrás y al que el de Dos Hermanas supo sacarle el poco jugo que tenía y pudo haber cortado una oreja en su primero de no haber marrado con la espada. Sin duda lo más destacado de la tarde dando toda la verdad que tiene en su mano y Dios quiera que esto le sirva a Nazaré para entrar en próximas combinaciones.
El astigitano Miguel Ángel Delgado, sólo pudo encontrarse agusto con el capote, ante sus dos oponentes, si bien no podemos olvidar el inicio de faena por naturales ante el flojo tercero, que llegó a arrancar a la música, pero en las siguientes tandas el toro se fue apagando y tampoco el torero supo administrar la poca fuerza de un toro que terminó echándose.
Agustín de Espartinas por su parte, que debutaba como matador de toros en el Arenal, escuchó los tres avisos ante un mansísimo primero ante el que el verduguillo le jugó una mala pasada y esta circunstancias, posiblemente le condicionaron en su segundo, al que la igual que al primero, recibió a portagayola y al que esta vez mató de una estocada, si bien no pudo acoplarse ante la sosa embestida del precioso sardo que le tocó en suerte
Tras algo más de dos horas y media de corrida, los escasos aficionados se metían en los bares de los alrededores del Baratillo para recuperar, entre tertulias, todo el líquido elemento perdido; un año más la corrida de la Virgen pasó completamente desapercibida, y de seguir este paso seguro que en la fecha más taurina del calendario la plaza de Sevilla terminará por no abrir sus puertas... ¿Será lo qué están buscando algunos?