En este día de medallas e hijos predilectos de Andalucía, entre los que logicamente no se encontraba, se nos ha ido para siempre Pepín Martín Vázquez, ese torero quizás poco reconocido por el gran público al que sólo vimos torear - quizás algunas miles de veces menos que su actual espejo nuestro admirado Morante de la Puebla- en aquella película de Luis Lucia que estaba inspirada en la novela de Alejandro Pérez Lugín, Currito de la Cruz.
Pero de tanto ver la película y de tanto como nos contaron cuando eramos niños de como toreaba, hoy seríamos capaces de cerrar los ojos y verlo incluso hacer un paseillo en la Maestranza, porque se nos ha ido para siempre aquel torero de nuestras tardes infantiles, de merienda y video Beta, aquel torero olvidado por el paso del tiempo, que volvía a sonar cuando algún torero de Sevilla lo nombraba como autentico maestro en el más bello reconocimiento íntimo, que no entiende ni comprende de las concesiones de las medallas a las Bellas Artes en la Tauromaquia.
Hoy hemos perdido para siempre a aquel torero literario que en la gran pantalla escondía a este torero puntal de la escuela sevillana, quizás aquel eslabón perdido como alguien lo llamara entre Pepe Luis y Curro al que frenó aquel cornalón de Valdepeñas, este mismo torero, que revestía a ese hombre sincero, que tuvo la gallardía de irse a su casa, aquel día en que perdió la afición al no sentir nada al mirar el traje de luces y no emocionarse al ponerse la taleguilla.
Hoy, perdido el hombre pero nunca nuestro mito, el torero volverá a resucitar -sin la necesidad de que la televisión de todos tenga que ir contra su libro de estilo y reponga Currito de la Cruz- cuando en nuestro DVD volvamos a ver en todo su explendor la gracia toreadora del diestro de La Resolana en aquella tarde ya lejana de la Beneficencia en Madrid ante toros de Bohórquez.
Hoy, perdido el hombre pero nunca nuestro mito, el torero volverá a resucitar -sin la necesidad de que la televisión de todos tenga que ir contra su libro de estilo y reponga Currito de la Cruz- cuando en nuestro DVD volvamos a ver en todo su explendor la gracia toreadora del diestro de La Resolana en aquella tarde ya lejana de la Beneficencia en Madrid ante toros de Bohórquez.