lunes, 12 de enero de 2009

El mundo por montera


Hay mañanas, en las que todo se tuerce, y es que parece que desde el primer momento del día ya andas predestinado. El maldito despertador, que suena incesante el sábado o el domingo a las siete y cuarto, no suena y cuando te das cuenta has estado tres cuarto de hora más entre las sábanas. Te bajas de la cama, en la soledad más absoluta de tu alcoba, y lo haces con el pie izquierdo, medio dormido, aterido de frío, casi sonámbulo, abres la llave de la ducha y zas, ese latigazo de agua fría que te golpea sobre tu espalda y te despierta igual que si te flagelaran sin piedad, sales de la bañera aterido de frío y con la piel amoratada, el café hierve en la hornilla, para colmo las tostadas se queman y el brick de zumo de naranja apenas mancha el culo del vaso.
Sales corriendo, sudando, no sabes si por el café o por el maldito reloj que no cesa, bajas a la calle y diluvia, para variar vas sin paraguas y el autobús pasa por delante de tus narices cuando apenas has llegado a la parada… Una autentica mañana de perros…
Llegas al despacho, tarde y chorreando, el ordenador no funciona, los informes que dejaste cuando pasaban más de una hora de que se fueron los últimos del trabajo te sorprenden y algunos los esperan sin demora para dentro de un rato, la vida no puede ir peor, pero de pronto todo cambia, suena esa música que te recuerda esas tardes de gloria, sueñas con el aroma del albero, te vienes arriba y… sonries, y en ese momento te pones el mundo por montera...

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