domingo, 20 de febrero de 2011

Triste noche en la Gavidia

Hay calles que bien parecieran hechas para el tránsito de cofradías, lugares que se convierten en algo más que un lugar marcado en los programas cuando pasa tal o cual hermandad, calles que una vez al año parecen recuperar el esplendor de antaño, espejismo de lo que fueron un día, sabor de barrio que se recupera al paso de su cofradía, calles que hoy cruzas llevando de la mano a tus hijos, igual que ayer las cruzabas de la mano de tu padre o de tu abuelo, son esas calles que sin tú saberlo forman la geografía única de la Semana Santa de cada sevillano.
Pero hay algunas calles que son para ti, completamente distintas, son esas que has cruzado año tras año con tu cofradía, esas en las que distes tus primeros pasos vestido de naveta y asido a la vara de tu padre nazareno, calles que han pisado tus pies desnudos cuando acompañabas al Señor de tus devociones o donde has disfrutado como costalero al sonar esa marcha que es mucho más que la banda sonora de nuestras vidas. Son esas que tu Hermandad cruza desde mucho antes de que tú llegaras a este mundo, lugares que aguardan a la Cofradía, ya fuera a la vuelta o a la ida desde hace casi sesenta años (*), calles que guardan secretas historias que se repiten año tras año, Cardenal Spínola, la plaza de la Gavidia o la calle de las Cortes que ahora guardan tantas historias y que hoy se ven sustituidas caprichosamente por otras para conmemorar la efemérides menor en el tiempo de un patronazgo lleno de ausencias que -a la vista  ha estado- importa poco a la otra parte; de una Hermandad que pronto, muy pronto, será centenaria, y que aunque hoy no pase por sus mejores momentos no puede ni debe darle la espalda a su propia historia, esa que dicta de donde vienes,  porque parafraseando a Séneca, sólo el pasado es cierto por que el presente es brevisimo y el futuro incierto.
Por eso este Martes Santo, cuando la Cruz de Guía de La Bofetá tome dirección hacia Conde de Barajas se estará consumando uno de los mayores despropósitos de su historia pues no hay mayor desatino que no ser fiel a si mismo, y así llenará de tristeza a esas calles que tan bién contribuyeron, para que el sello de nuestra cofradía en la calle, a pesar de tantas cosas, también tuviera ese sabor inconfundible de toda la vida. Era tan sencillo, como haber recuperado la vuelta antigua por las Cortes y ya que se modificaba a la ida, haber incluido estas calles en la vuelta.
Algunos bien podían leer aquel artículo de Juan Delgado Alba en que hablaba de la Alta noche en la Gavidia o de las magníficas crónicas de nuestra vuelta por Cardenal Spínola, lástima que nada de esto podamos vivir este año en que el Martes Santo será una noche triste al pie del zapatón de bronce de Daoiz en la Gavidia en donde este año no chorreará la cera de los nazarenos albos de San Lorenzo.
Estamos seguros que algunos, los de siempre, aquellos que no ven mucho más allá  de la hoja de cálculo y desconocen nuestras señas de identidad, veran en mis palabras un nuevo contrasentido, nada más lejos de la realidad, aquí siempre estamos con la mano tendida dispuestos a echar una mano, pero en estos tiempos- y más los que vive nuestra corporación- hay que pensarse mucho las cosas antes de dar un paso en falso. por un capricho personal. Eso sí, por si alguno tiene alguna duda, que no dude, de que estaremos, si Dios quiere, como siempre sacando nuestro cirio del Señor ante Anás.
Y esto no lo digo por llevar la contraria a nadie, sino porque como dijo el ya nombrado Lucio Anneo Séneca:
Nemo patriam quia magna est amat, sed quia sua. (Ninguno ama a su patria porque es grande, sino porque es suya).

(*) La Hermandad de Jesús ante Anás viene transitando la Gavidia y Cardenal Spínola desde al menos 1954 cuando residia en la Iglesia de San Antonio de Padua. En aquellos años y hasta 1973, ya en San Lorenzo, interrumpidamente lo hizo a la vuelta, cosa que repetiría en 1977. Desde 1975 y hasta nuestros días lo hizo a la ida, con la excepción de 1980 (por obras) y 2003 en que cambió el recorrido el propio Martes Santo por cuestiones de la lluvia.

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