jueves, 5 de marzo de 2009

Ante ti


Hoy me he acercado a verte, Señor de nuestras vidas, Cristo de nuestros silencios, luz de nuestras esperanzas, hoy he sentido Señor en tu Capilla la soledad del hombre que se derrumba ante las circunstancias, el que tiene que sobreponerse a sus tibiezas y venirse arriba al contemplar tu lección de muerte.

Hoy mi Catedrático, he ido a verte para contarte mis pequeñas cosas, para agradecerte esa vida que va creciendo y rogarte por nuestras vidas. Ante ti Cristo mío, vuelvo a ofrecerte tantas cosas de mi día a día, esas que se inician cada mañana con un beso a la persona amada y darte gracias por tantas cosas y se duermen cada noche de la misma forma.

Pronto Señor, nos volveremos a encontrar en ese aúla magna que forman las paredes calimochas del Póstigo, cuando el sol de poniente bañe tu cuerpo tronchado y tu sombra se alargue sobre el monte de morados lirios y un año más, Tú nuestro Catedrático, nos vuelvas a dictar la suprema lección de vida eterna, que encierra tu Buena Muerte.

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