martes, 18 de noviembre de 2008

Discursos de la mentira


Por que es noviembre, y el sol, levemente tamizado por un vaho que no llega a ser nube derrama un color de perla en el aire, sobre el blanco de las fachadas, en el fondo de las calles […]

Discurso de la Mentira, Joaquín Romero Murube.


Quien escribe estas líneas tras el prefacio del poeta de Sevilla, nunca conoció la Encarnación que nos arrebataron, la Encarnación del Mercado que nos legó nuestra abuela en aquel canto-nana cuando nos acurrucaba al son de aquel “Aurita Perejil”, la Encarnación que dibujaba a la luz de la tarde de Noviembre Romero Murube y que nos llevaba hasta Pozo Santo.

De la Encarnación de entonces a ahora, ya no queda absolutamente nada, o quizás sólo queda aquello que los hombres nunca podremos cargarnos, a pesar de colocar setas, parasoles y torres Pelli…

A la luz del atardecer de Sevilla, se le podrán llenar de puñales, pero por los vericuetos más insospechados volverá la luz, a buscar iluminar las cúpulas y las calles.

Sevilla de la mentira, de parasoles, metros disfrazados de tranvias y torres Pelli frente a la Sevilla de la verdad que sabe del abandono que bien yace acogido en Pozo Santo, en la Misericordia o La Caridad, bajo unos cartones en la puerta de aquella entidad bancaria o donde habita el olvido entre el Rinconcillo y El Tremendo...

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