Pero si importante estuvo Luque ante el bravo toro del hierro de Veragua, no lo estuvo menos, ante el quinto, un toro que reparaba la embestida y que ya en el capote se lo echó a los lomos. Pero al que Daniel tras una faena de mando, lo enseñó a embestir, metiéndolo en la canasta de su muleta y terminando poniendo en pie al coso onubense. La estocada -de libro- fue la mejor rúbrica a una faena de poder y mando.
Y junto a Luque, el genio de La
Puebla, quien, tras perfumar la plaza a la verónica brindó al cielo e inició la
faena con un homenaje personal a Litri, con el “litrazo”. Y después la faena descarada
al cuarto en terrenos de sol, respondiendo a la voz destemplada que le pedía
que se quedara quieto, y vaya como toreó por el pitón izquierdo en una faena de
menos a más, de exposición y dominio. Tras matar a recibir, dejó una faena que se recordará por mucho tiempo.
Pablo Aguado, dejó detalles de su toreo ante sus nulos oponentes, destacando una verónica sublime, pero que supieron a poco para quienes le recordamos cuajar una de sus mejores faenas en esta plaza.
La gente salió toreando por la Vega Larga, tras una tarde histórica en el coso de La Merced en el que Manzanillo, con independencia del premio, fue una raya en el agua (de la ría) de esta temporada ganadera de Juan Pedro.
Foto: @huertas_melanie/ @toroshuelva