Para que ha de sonar un pasodoble, si sobre el albero Morante estaba dando una sinfonía, para que se empeñaban algunos en pedir música, intentando distraer nuestra atención de lo que estabamos viviendo, si se estaba haciendo verdad aquello que escribió Lope de Vega de que "la música en el aire se aposenta".
Morante en el Arenal, interpretó la partitura de "La música callada del toreo", esa que leímos en aquel librito de Bergamín, esa que renacía a los ojos del alma y a los oidos del corazón, esa que tantas veces, figuritas de tres al cuarto quieren interpretar pegando pases y más pases para contar su verdad y que como ya la conocemos de memoria, hasta nos aburre y nos llena de tedio.
Por eso, cuando Morante recibió con aquellas verónicas despaciosas y graciles, que pararon el tiempo, intuíamos que algo podría suceder, y eso a pesar del viento y del gazapeo incomodo del torito de Juan Pedro, -lo de JPD en Sevilla es digno de estudio y pide que alguien pegue de una vez, por todas, un puñetazo en la mesa- y tras un trasteo lleno de inteligencia, llegó la sinfonía soñada al natural, compás abierto ahora, ahora a pies juntos, sabor de toreo antiguo en el que renacían de nuevo ese olé rotundo, como mejor música, tan de esta plaza, que ya teníamos olvidados entre tanto "bieeén" en los tendidos.
Cuando Morante citó de frente al natural, nos acordamos de Manolo Vázquez, cuanta gracia y torería en el cite, con ese aroma tan del Brujo de San Bernardo, y aquello ya fue el acabose cuando el torero cigarrero pondría el remate del molinete imposible, lleno de gracia, que es firma de la casa.
La única música al viento que sonó fue un aviso, cuando aún el de la Puebla no había cogido ni la espada, pero, que más dan los tiempos, cuando se torea o más bien se interpreta así la música callada del toreo, y es que Tejera, -silencio en la faena y bronca para José Manuel Tristán tras la misma- no estuvo a la altura. Pero que más da, si a la sinfonía del toreo no hay que añadirle otras notas.
Tras fallar con los aceros, dio una vuelta al ruedo llena de gracia y donaire con sabor de torero antiguo, hasta en las breves carreritas para aligerar el paso, mientras el albero como en otros tiempos, se llenaba de sombreros, matitas de romero, puros y claveles.
La corrida no tuvo más, pero en la Feria, a eso de las once de la noche, con una caña de manzanilla en la mano, en una tertulia de amigos, aún había quienes se empeñaban en explicar lo inexplicable, la sinfonía que Morante, había dado en el templo sagrado de la tauromaquia.
Morante en el Arenal, interpretó la partitura de "La música callada del toreo", esa que leímos en aquel librito de Bergamín, esa que renacía a los ojos del alma y a los oidos del corazón, esa que tantas veces, figuritas de tres al cuarto quieren interpretar pegando pases y más pases para contar su verdad y que como ya la conocemos de memoria, hasta nos aburre y nos llena de tedio.
Por eso, cuando Morante recibió con aquellas verónicas despaciosas y graciles, que pararon el tiempo, intuíamos que algo podría suceder, y eso a pesar del viento y del gazapeo incomodo del torito de Juan Pedro, -lo de JPD en Sevilla es digno de estudio y pide que alguien pegue de una vez, por todas, un puñetazo en la mesa- y tras un trasteo lleno de inteligencia, llegó la sinfonía soñada al natural, compás abierto ahora, ahora a pies juntos, sabor de toreo antiguo en el que renacían de nuevo ese olé rotundo, como mejor música, tan de esta plaza, que ya teníamos olvidados entre tanto "bieeén" en los tendidos.
Cuando Morante citó de frente al natural, nos acordamos de Manolo Vázquez, cuanta gracia y torería en el cite, con ese aroma tan del Brujo de San Bernardo, y aquello ya fue el acabose cuando el torero cigarrero pondría el remate del molinete imposible, lleno de gracia, que es firma de la casa.
La única música al viento que sonó fue un aviso, cuando aún el de la Puebla no había cogido ni la espada, pero, que más dan los tiempos, cuando se torea o más bien se interpreta así la música callada del toreo, y es que Tejera, -silencio en la faena y bronca para José Manuel Tristán tras la misma- no estuvo a la altura. Pero que más da, si a la sinfonía del toreo no hay que añadirle otras notas.
Tras fallar con los aceros, dio una vuelta al ruedo llena de gracia y donaire con sabor de torero antiguo, hasta en las breves carreritas para aligerar el paso, mientras el albero como en otros tiempos, se llenaba de sombreros, matitas de romero, puros y claveles.
La corrida no tuvo más, pero en la Feria, a eso de las once de la noche, con una caña de manzanilla en la mano, en una tertulia de amigos, aún había quienes se empeñaban en explicar lo inexplicable, la sinfonía que Morante, había dado en el templo sagrado de la tauromaquia.
Fotografía: Matito/ Sevilla taurina
Video: Amar a un torero
3 comentarios:
¡Qué bonito lo has dicho y qué bonito toreó Morante! Toreo de arte, ¡dónde va a parar! no tiene comparación. Morante es mucho Morante.
Perdona y con tu permiso Pepe Luis.
He repasado tus opiniones (ya lo se un poco tarde, pero es cuando tengo un poco de tiempo para dedicarme a mi escasa afición).
En este artículo, que te comento, haces un comentario sobre los Juanpedros, bien, pero sin ir más lejos te has fijado en tus propios artículos.
“Zalduendos de Insurrección”, “Uno de Cuadri”, “Lagrimas de un torero (Conde la Maza)”, “Desencanto (Vitorino)” y luego hay otros como “Sagrada Columna Peñajara)”, “Cuadrillas de oro (El Torreón)” y “Salvador Cortes, una oreja mas (Palha)” en estos tres últimos se nota el aburrimiento que sufrimos, otro año mas, en este bendito templo. Pues solo has podido resaltar una columna, un par de banderillas y una oreja ganada a ley.
¡Que triste panorama nos espera!. Un puñetazo en la mesa, se queda chico. Luego “la empresa” dirá que en Sevilla no hay aficionados para llenar la plaza, no será que en Sevilla no hay empresa para llevar la Plaza.
Gracias y Saludos Pepe Luis
Con todos mis respetos eso de la musica callada del toreo es dedicado a Rafael de Paula por aquella tarde histórica de vista alegre y que Bergamin vio. lo de morante es...una cosa menos pura aunque es el consuelo que nos qeda
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