lunes, 20 de abril de 2009

El Rejoneo distinto


En estos tiempos en que a nuestro entender ha triunfado el rejoneo, que a principios de los noventa defendía ese centauro que se anunciaba en los carteles como Ginés Cartagena, cuya trágica y temprana muerte nos impidió de haberlo visto con las figuras que siguieron su estela después queremos acordarnos de ese rejoneo, tan distinto pero a la vez tan nuestro, tan campero, tan serio, tan profundo y tan autentico que supo triunfar en Sevilla, haciendo que un rejoneador de aquí, tan distinto al resto, se sintiera profeta en su tierra,
Y así me gusta recordarlo, en aquella gesta con un toro de Miura, tras salir por la Puerta del Principe por la mañana.
Elegancia, recibiendo con Girasol a portagayola, casi metido en los chiqueros, garrocha de majagua en mano, y ganarle la pelea como sólo se sabe hacer en el campo a un torito de Murube.
Rejoneo serio, de otros tiempos, sin alardes ni caballazos, sin carreras a destiempo ni desplantes para que lo aplaudan las masas, clavando siempre al estribo, que hoy ya no vemos, porque quizás las masas son las que quitan y ponen reyes y porque negarlo, son también las que llenan las plazas.
Porque a nuestro entender, el toreo, ya sea a pie o a caballo, es otra cosa, y es tan bello cuando las cosas se hacen despacio, aunque respetamos e incluso disfrutamos con ese centauro cigarrero que es Diego Ventura, que manda por derecho en esto del arte de marialba, no podemos olvidarnos de quien nos enseñó ese toreo a caballo, tan distinto, tan puro, tan campero y tan nuestro como fue el que hacía ese caballero, llamado Javier Buendía.

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