jueves, 31 de diciembre de 2009

Hoy como ayer


Hemos cruzado desafiando al viento y la lluvia por la calle Cardenal Spínola, buscando el momento que cada vez que cruzamos esa calle nos recuerda al de la amanecida de un Viernes Santo cuando la torre sale a nuestro encuentro para recordarnos que ella es la hermosa vigía que marca con sus campanadas nuestros corazones.

La plaza nos esperaba hermosamente sucia, encharcada por las lluvias de los últimos días, empapada en sus cuatro bancos de piedra y vigilada desde su hornacina por San Lorenzo y su parrilla, que parece custodiar a nuestra Virgen Dulce a quien hace poco menos de un mes ofrecimos la más bella flor de nuestra existencia.

La Parroquia permanecía cerrada, pero ante su retablo cerámico hemos musitado aquella oración que un día nos enseñaron y que pronto enseñaremos a rezar a la pequeña María, para que siempre tenga presente el Dulce Nombre que manda en nuestras vidas.


Y tras esto, hemos llegado ante ti, Señor, para darte las gracias por este año en que la alegría de tu Gran Poder colmó la llegada de una nueva vida, que supo disipar aquellos momentos de tristeza y desesperanza, cuando nos vimos solos y desamparados sin poder alguno, teniendo la única certeza de que en tus manos estaba el Gran Poder de nuestras vidas.

Esas manos que tan bien conocemos cuando dan Caridad, real y sincera sin pedir nunca nada a cambio, esas manos que abrazan la cruz con ternura y en la que sabemos están escritos tantos nombres anónimos que depositaron en tu talón la ofrenda de un beso.

Y así Señor te hemos contemplado, revestido de la realeza y majestad que en estas fechas da la epifánica túnica persa, donde se manifiesta tu Gran Poder, y donde se funden las generaciones que se fueron y las que vendrán.

Ese lazo que ya une aquella lejana primera vez en que fuimos alzados por nuestros padres ante ti, con la primera vez en que María fue alzada ante tu presencia y a quien pronto inculcaremos el amor hacia ese discreto Corazón Traspasado, que es mucho más que una divisa en nuestras vidas, y que pronto penderá de una cinta morada en una medalla que cubra por primera vez su pecho.

Hoy, como ayer, Señor, despedimos el año junto a ti y mañana daremos gracias por amanecer bajo este cielo contigo, Dios de generaciones de esta Ciudad, y Gran Poder donde se manifiesta el Alfa y el Omega de nuestras vidas.

martes, 22 de diciembre de 2009

Felices Pascuas


"Un niño nos ha nacido,
un hijo se nos ha dado" (Is 9, 5)

Llegan las Pascuas, con su sabor de siempre, pero también con la alegría de quien ya ha llegado para volver a darle a estas fiestas el punto de la inocencia, esa que perdimos hace tiempo, cuando empezamos a echar de menos a quienes empezaron a faltarnos, pero que este año viene con la luz de la mirada de quien nos acaba de llegar.

Como cada año cuando llegan estas fechas sacamos nuestra Felicitación Navideña, y que mejor que hacerlo con cosas nuestras, si otros años fueron el tímpano de la Adoración de los Reyes de la Puerta de los Palos, el basamento de un varal del palio de la Virgen del Dulce Nombre , el Guión de Epifanía o una cartela de la carreta del Simpecado de Triana, este año es un retablo cerámico del Convento de Capuchinos.

Desde este modesto Soberao os mandamos un fuerte abrazo a todos los que seguís a este aprendiz de la vida y os deseamos a todos una felices Pascuas de avidad y Epifanía y un próspero año nuevo 2010.

Pepe Luis.

lunes, 21 de diciembre de 2009

En manos de la Esperanza

Avanza Diciembre y con el llegaron los días de la Esperanza, esa esperanza que nos inunda y nos desborda, la Esperanza que nos aguarda siempre, para echarnos ese salvavidas al que aferrarnos cuando nuestra existencia no tiene adonde aferrarse.
A esa mano de la Esperanza nos aferramos tantas veces que en estos días siempre sale a nuestro encuentro ya sea en Castilla o en San Martín, Esperanza olvidadas para algunos pero que engloban como en el caso trianero toda la rotundidad de ser Sagrario en tan redondo nombre.
Esperanzas en la Ronda, cuando siempre viene por Calle Sol y por calle Sol no cabe ,o cuando todo el sol del día más esperado espera a nuestra vecina más hermosa, a los sones de Corpus Christi para cruzar a la ciudad por Puñonrostro... y llenar nuestras vidas de Gratia Plena y Spes Nostra...
Esperanza en Pureza, para imaginar de nuevo al presbiterio de San Jacinto con la Señora de la Arrogancia y volver a soñar con aquel sueño revivido de venticinco años junto a nuestra Esperanza.
Y es también volver a rebuscar, en aquel cajón de mesilla de noche donde como entonces se guarda aquella medalla de la Esperanza Nuestra, esa que prendida del lienzo de rúan de nuestra túnica, y oculta tras aquel escudo antiguo, tanto sabe de aquellas madrugadas junto al Cisquero.
A sus manos nos aferramos siempre, sabedores de que en sus manos estará prendida la Esperanza única de los mortales.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Tu primera vez


Aquella mañana de Noviembre, fue el día elegido, tras bautizarte el cura Paco con el agua del Jordán que trajo tu madrina e imponerte el nombre más Dulce que encontrar pudieramos , no vimos mejor manera que tras presentarte ante la Gracia de Sevilla, ya sea bajo su palio o en la Capilla, para que nada te faltara, subir al camarín donde tantos sevillanos depositaron un día en su Talón los besos de su devoción.
Y así María, en brazos de tus padres subistes al camarín de Quien todo lo Puede por primera vez, ese que te conocía desde mucho antes de venir a este mundo, porque en la palma de esa mano que abraza la cruz ya estaba tu nombre escrito.
Subimos uno a uno esa escala santa de mármoles sevillanos, sabedores de que sería la primera vez de muchas que te acercaríamos a besar tu talón, hasta entonces no habías pasado más allá de los primeros bancos de esa Basílica que para nosotros siempre será el Templo, y hasta habías cruzado el umbral del casinillo, la sala de ventas y el atrio, pero ese era el día elegido para alzarte por primera vez ante el Dios de tus bisabuelos, esos que enseñaron a tus abuelos a rezar al Señor, y que a la vez nos enseñaron a tus padres a poner en sus manos el Poder y el Imperio de nuestras vidas...
Aquella primera vez, casi como en un acto heredado de generaciones, pusimos tu manita en aquel talón que tanto sabe de los besos de quien se acercan a su Gran Poder...
Por eso desde aquella mañana, estamos seguros de que las Manos del que todo lo puede están ligadas a lo más hondo de tu existencia.

martes, 1 de diciembre de 2009

Diciembre llegó con sus gozos


El cabo de la vida dobló la esquina de Noviembre, dejando atrás tiempos de recuerdos de ceras de difuntos y noches de recordar a los donjuanes que en otros tiempos no muy lejanos tañían instrumentos bajo tus balcones.
La vida sigue y nos llega Diciembre con sus gozos y su dulce espera, esa que marca el reloj catedralicio sabedor de que en estas tardes sus campanadas se mezclan con las coplas del Maestro Castillo que cantan las voces blancas de la escolanía mientras ensayan sus danzan los niños seises bajo la atenta mirada de la Inmaculada Esperanza de Grosso.
Las horas de la tarde caen inmisericordes y por Matacanónigos parece llegar las voces conventuales de las Madres Agustinas que en la Capillita de su convento de Santa Marta, dan posada en estos días de Novena a la Coronada Guardesa del Póstigo, aquella delicada azucena ante la que se postrara un día todo un Papa de Roma...
Y junto a la muralla del Alcázar, espera Ella, nuestra Virgen, Pura, Blanca, Diáfana, nuestra Inmaculada, aquella en la que una ya lejana madrugada de Diciembre se grabó para siempre en nuestros corazones, aquella que desde entonces, al pasar por la Plaza del Triunfo dirigimos una furtiva mirada y musitamos una oración. Ante Ella, volveremos a cumplir esa promesa que un día juramos al salir de las aguas de Mercurio y portar por primera vez la verdemar sobre nuestro pecho.
Con Diciembre vuelven nuestros gozos, esos que reanecen vestidos de estudiantes y se abrigan bajo aquella capa de la que prenden aquellas viejas cintas al viento, que esconden labores aprendidas en tardes de colegio y uniforme, y que fueron compañeras en aquellas noches maravillosas en que despertábamos balcones.
Pero con Diciembe vuelven aquellos otros gozos, esos de buscar el corcho para montar el Nacimiento con aquellas viejas figuras que un día nos regalaron aquellos que sembraron en nuestra vida la ilusión de sentirnos sevillanos y pasados los días, volveremos a dejar un beso en la mano de la Esperanza, y a saborear aquellos polvorones que vinieron en aquella caja desde Estepa, mientras sonaran coros de campanilleros por Sierpes y Cerrajería. Y alguien nos avisará de que el Dios que nació en un pesebre nos espera vestido con la majestad de su túnica persa en San Lorenzo.
Ya están aquí los gozos de Diciembre, y en la torre milenaria una bandera concepcionista, anuncia el tiempo que nos llega, ese que ya empezamos a legar a quienes nos esperan, mientras nosotros aguardamos impacientes que llegue ese momento de volver a rondarte de verde y negro bajo la luna de Diciembre en la madrugada.