martes, 7 de abril de 2009

El sueño del Martes Santo


Si nos pincharan estamos completamente seguro que nuestro rh sería Bofetero, quizás por herencia genética o quizás por que a veces aunque no lo queramos ver, uno es siempre de donde nace.

Quizás porque nuestra Hermandad es mucho más que a veces un cirio apagado el Martes Santo o la marcha que sonará al entrar en Campana, todo esto es accesorio y simple y llanamente superfluo.

El Martes Santo es quizás para este aprendiz de la vida uno de los días más bonitos del año, aunque bien podría decir que el que más, es el día de la familia que se congrega para vestirse de nazareno, el día en que una madre nos colocará esa cola bajo el esparto, que como ella aseguro que no la coloca nadie, es el día de los lacitos rojos azules para colocarlos en las solapas, es el día del abrazo sincero de quien viene tras todo un año y del recuerdo emocionado, de quienes son la luz que recibimos y hoy iluminan su candelería, del nudo que tantas cosas nos une.

Cirio tiniebla en el Señor ante Anás, como siempre, pero al igual que ayer, fue una esclavina azul y un cingulo con flecos de oro, la vida las cuento por martes santos y si tengo que recordar que sean siempre como aquel del setentaycuatro que te contaban como un cuento y aquel del dosmiltres, que pasará a los anales de la reciente semana santa.

Quiero sentir como se escucha el ruido tras la puerta de la muchedumbre que espera, quiero volver a recordar la voz de Enrique desmostando el altar de insignias, quiero escuchar los sonidos de mi niñez, los sonidos de mi Hermandad que se forma, los sonidos del martillo llamando, el chirriar de las puertas que se abren, la luz de la plaza, la cruz que sale, siempre igual, pero siempre distinta, el cirio que me encienden, los sones de Las Cigarreras, toda una vida con nosotros y siempre con nosotros, quiero verte como vienes derramando Gracia con la candelería encendida y enamorando con el hechizo de tus ojos de Niña de San Lorenzo... quiero que todo empiece, quiero que nada acabe, quiero ver el pebetero encendido perfumando la plaza, quiero soñar despierto, o quizás es que realmente estoy dormido y no quiero despertar por no ver la realidad que tenemos enfrente...
Quiero que me cuenten de nuevo el cuento del Martes Santo, ese que empieza bien, y que cuando parece ques se estropea y está a punto de hacerte llorar siempre acaba aún mejor...
Hoy es Martes Santo, y no quiero despertar del sueño, porque se que cuando despierte, con la luz de la mañana todo habrá pasado y te habrás escapado como el agua que se escapa de mis manos.

1 comentario:

No cogé ventaja, ¡miarma! dijo...

Aunque de otra Hermandad, que comparte día y color de túnica, me veo tetratado en esta entrada con la precisión y belleza que lo hubiera hecho nuestro amigo Canónigo. Ojalá supiera espresar mis sentimientos con esa claridad que Dios te ha dado.
Un abrazo.