sábado, 30 de julio de 2022

Manzanillo, una raya en el agua de la ría


Manzanillo, tuvo la enorme suerte de encontrarse con un torero en estado de gracia como es Daniel Luque, quién ya cantó con el capote las bondades del bravo toro de Juan Pedro en el recibo a la verónica y que ya en el remate, toreándolo con una mano, le mostró al público que el toro era de cante grande, y ésto sólo era el inicio. El toro en la muleta, tenía la codicia de los toros buenos y a la segunda tanda, ya hubo quien comentó, "si no canta la gallina este toro es de premio" y así fue, un indulto de justicia y de verdad que nos hace olvidar otros no muy lejanos junto a la ría. 

Pero si importante estuvo Luque ante el bravo toro del hierro de Veragua, no lo estuvo menos, ante el quinto, un toro que reparaba la embestida y que ya en el capote se lo echó a los lomos. Pero al que Daniel tras una faena de mando, lo enseñó a embestir, metiéndolo en la canasta de su muleta y terminando poniendo en pie al coso onubense. La estocada -de libro- fue la mejor rúbrica a una faena de poder y mando.

Y junto a Luque, el genio de La Puebla, quien, tras perfumar la plaza a la verónica brindó al cielo e inició la faena con un homenaje personal a Litri, con el “litrazo”. Y después la faena descarada al cuarto en terrenos de sol, respondiendo a la voz destemplada que le pedía que se quedara quieto, y vaya como toreó por el pitón izquierdo en una faena de menos a más, de exposición y dominio. Tras matar a recibir, dejó una faena que se recordará por mucho tiempo.

Pablo Aguado, dejó detalles de su toreo ante sus nulos oponentes, destacando una verónica sublime, pero que supieron a poco para quienes le recordamos cuajar una de sus mejores faenas en esta plaza.

La gente salió toreando por la Vega Larga, tras una tarde histórica en el coso de La Merced en el que Manzanillo, con independencia del premio, fue una raya en el agua (de la ría) de esta temporada ganadera de Juan Pedro.

Foto: @huertas_melanie/ @toroshuelva


lunes, 9 de mayo de 2022

La honradez de Escribano

Nadie, en sus cabales, diría que la empresa de Manuel Escribano de encerrarse con seis toros de Miura en Sevilla fuera a ser fácil, pero la actitud del torero de Gerena durante toda la tarde, defendiendo la verdad de su tauromaquia, marcada por la honradez consigo mismo, con portagayolas, banderillas y quites variados, dentro de la complicación de los toros que le cayeron en suerte está por encima de toda duda. 

Sólo pudo pasear una oreja, del 5º Miura, el toro sin duda de la corrida, de nombre Remontista y con el que se vivieron los mejores momentos de la lidia, un toro al que Manuel Escribano toreo muy bien por ambas manos, primero con la mano derecha con mucho temple y luego al natural, en donde se vivieron los momentos más importantes de la faena. La colocación de la espada que dejó fulminado al toro, quizás un poco desprendida, pudo ser la causa en la que se amparó el palco en esta ocasión para no conceder la segunda oreja. Las cosas de la Presidencia de Sevilla que es capaz de dar orejas de pueblo en otras tardes y ponerse seria en los días en los que hay que saber valorar de otra medida y con más condescendencia lo que ocurre en el ruedo.

Mención aparte merecen las cuadrillas, debiendo de destacar que el matador compartió banderillas con José Chacón  y con Fernando Sánchez en el tercero y de nuevo con el banderillero toledano en el quinto, destacando el gran par que puso en el tercero. Importante igualmente fue el tercio de varas, donde casi todos los toros fueron puestos con distancia donde destacaron Manuel Jesús Ruiz Román y Manuel Quinta.

La honradez de Manuel Escribano fue reconocida por el público toda la tarde, ya desde que apareció vestido de blanco y oro con bordados granas por la Puerta Principal antes de hacer el paseillo o cuando lo sacaron a saludar al tercio o hasta en las tres ocasiones que se fuera camino de chiqueros. Esas  mismas ovaciones lo despideron cuando caía la tarde y el torero salía por su pie por la misma puerta. Tras cruzarla se cerraron los festejos de la feria taurina sevillana.

Fotografía: Pagés


domingo, 8 de mayo de 2022

Morante en estado de gracia


 

Morante esperaba apoyado en las tablas a que Lili le cambiara los terrenos al toro, en una estampa antigua que generaban comentarios de desaprobación de algunos en los tendidos, como esperando la enésima morantada, sobre todo por parte de un público ocasional, de sábado de feria que espera que le toque la lotería jugando sólo un boleto en la vida y desesperaba con el torero de la Puebla deseando un nuevo tropiezo y una bronca como la del segundo de la tarde.  Cuando Lili por fin, le dejó el toro en suerte, pocos de los que allí estaban daban un duro por este sobrero de Garcigrande que sustituía al Torrestrella titular, y en eso empezó el trasteo por alto y ya en el tercer pase la plaza era un clamor, que esperaba que llegara lo que tantas veces se esboza y no llega. Pero esta vez no era así, rompió la música a sonar, con Cielo Andaluz, y se empezó a forjar la faena que desde entonces, ya no sabemos si ocurrió o por el contrario fue producto de nuestra imaginación. La faena más rotunda de Morante en Sevilla al menos en el siglo XXI, naturales eternos, un cambio de manos colosal, toreo en redondo inacabable, carteles de toros que levantaban a la gente en los tendidos, manos en la cabeza de incredulidad, miradas que se buscan, y Morante mientras tanto cincelando el toreo con mayúsculas. Y así seguía la faena, con un toro que vendía sus embestidas caras, pero que más caro era el torero que tenía delante, que gran toro este Ballestero que esperaba en los chiqueros, para que lo modelara el genio de la Puebla, poniendo los muslos en el sitio por donde la verdad pasa, Morante en estado de gracia. La faena no es que sea la faena de la Feria, sino que será para siempre la faena de Morante, quizás el último genio de la tauromaquia, esa con la que ya soñamos en el recuerdo, esa que aún se engrandecerá más con los años, el hito inolvidable que borró de un plumazo todo lo que había ocurrido hasta ahora, una faena de dos orejas, que hacía que la gente saliera toreando de la plaza casi una hora más tarde.

Foto: Pagés


sábado, 7 de mayo de 2022

Criterios de Don Criterio


Con los criterios de Don Criterio -el Presidente- quiso arreglar en el sexto, aquello que él mismo, empezó desarreglando en el tercero, cuando premió excesivamente con dos orejas una faena de Roca Rey que en otros tiempos no hubiera pasado de una, tras la petición mayoritaria del público. Y así, la corrida terminó con un ruedo regado de almohadillas ante el escándalo de negar la presidencia una faena para lo que el respetable había pedido de manera mayoritaria la oreja que permitía la gloria de la Puerta del Principe para el peruano. Las concesiones baratas del palco de Sevilla, traen hoy el dique de contención de no premiar aquello que se ha estado concediendo desde que empezó el ciclo continuado de festejos. Como alguien dijo en la azoteilla en un corro de aficionados el palco de Sevilla, parafraseando el argot futbolístico, bien merece una nevera. 

El de la Puebla, venía vestido con un precioso terno malva y oro, cuya tonalidad nos traía recuerdos de San Lorenzo, pero cuando inició la faena al cuarto Morante se revistió de Sevilla vestida de luces, esto es de Pepe Luis, en este año de su centenario cuando citó al toro de Cuvillo con el "cartucho de pescao". Cuentan que el Sócrates de San Bernardo iniciaba así sus faenas por que escuchó a su abuelo que así iniciaba las faenas El Espartero. Cuando citó con el cartucho nos acordamos de aquel otro de hace 22 años, cuando con dos orejas de verdad en el esportón, el de La Puebla salió dispuesto a abrir la Puerta del Príncipe, pero cambió la gloria por el hule. 

Ayer, nos dejó la impronta de su toreo al natural, mientras, hoy sí, la Banda desgranaba los sones de Gallitoy tras un cambio de manos sublime, el toro se rajó y como manso buscó los terrenos de chiqueros. Aquello no fue óbice para que el torero cigarrero se fuera allí con él y dejara para siempre los detalles de su torería añeja al hilo de las tablas -bebiendo de las fuentes gallistas- y terminara matando al toro trocando los terrenos en un recurso que recordaba otros tiempos. La espada cayó trasera pero el toro cayó fulminado. La plaza se cubrió de pañuelos blancos y el palco concedió una oreja que paseó Morante en una solemne y entregada vuelta al ruedo. En aquel momento nadie se acordaba de la faena por la que un rato antes el palco había concedido dos orejas a Roca Rey.

Juan Ortega no estuvo fino, y sólo nos dejó detalles de su tauromaquia ante dos ejemplares de Cuvillo que quizás guardaban más de lo lo que mostraron.

Tristemente la tarde pasará a la historia por aquella en que el palco privó a Roca Rey de salir por la Puerta del Príncipe, por el criterio sin criterio de un Presidente que premió en exceso algo que no había necesidad y quiso corregir en el sexto lo que él mismo ya había organizado, siendo contrario a la petición mayoritaria del respetable. 

Foto: Pagés

jueves, 5 de mayo de 2022

Quo vadis, Sevilla?

 

En la azoteilla que da acceso a los tendidos altos en los momentos previos al paseillo, se reunen los cabales de todos los días para comentar lo que llevamos de Feria. Comentarios a favor de toreros como Tomás Rufo o de Daniel Luque, de quien sorprende que no llenara la tarde anterior tras su Puerta del Príncipe con los toros de El Parralejo. Todos coinciden mayoritariamente en que no hay afición, la que va de la mano de los abonados, y que con esto, se ha terminado fomentando un público festivo que viene sólo al reclamo del cartel de las figuras. Así está esto, por lo que cada vez es más complicado fomentar la fiesta desde abajo. Sevilla ahora es una plaza de abono, donde se prima al público ocasional, frente a la antigua plaza de temporada, con corridas y novilladas desde abril a octubre. Es la fiesta que nos ha tocado vivir, la que nos hace preguntarnos hacia donde va la afición de Sevilla sin olvidarnos del palco presidencial, quizás antes más plural, pero con sensibilidad para defender la categoría de la plaza.

Sin afición, esto es una quimera en manos de quienes manejan los hilos de la tauromaquia. El público de farolillos, de copa y clavel, ocasional es el que ha tomado los tendidos maestrantes, por lo que las exigencias -también por parte de quienes presiden el palco- son mínimas e importa muy poco la colocación de una espada para la concesión de trofeos, que se han vuelto en este año cada vez más baratos, y así, casi sin exigencias, llevamos cuatro Puertas del Principe en menos de una semana. La última ha sido la de EL Juli, al que no se le pueden negar su manera de torerar en esta temporada, su afición es inabarcable, pero al que se le conceden excesivamente dos orejas en su primero tras una estocada trasera, en la suerte de su creador. Y así con el cerrojo entreabierto, lo cortés no quita lo valiente, dió una lección de pundonor y mando con el toro de Garcigrande, pero tras un pinchazo y otra estocada trasera, le valdría otra oreja que le permitiría la séptima (o sexta efectiva) Puerta del Principe.

Otra oreja (muy barata) y sin petición mayoritaria cortaría Manzanares en el quinto, un toro al que recetó una estocada desprendida (por ser generosos) y al que toreó muy por debajo de lo que podríamos esperar. Pablo Aguado no tuvo suerte, pero para siempre quedará en nuestro recuerdo las verónicas con las que recibió al sexto, quizás de lo mejor, sin duda, que vimos ayer.

Foto: Pagés


miércoles, 4 de mayo de 2022

Orejas baratas


 

Cuando nos encaminábamos a entrar en la plaza, el cielo color panza de burra se recortaba a través de la antigua reja de forja - obra de Pedro Roldán del convento de Regina (Angelorum)- por la que acceden a la plaza quienes entran por la Puerta el Príncipe. La Giralda, parecía una transfiguración blanca sobre la oscuridad de la tormenta y la Santa Juana -ahora Giraldillo- marcaba con su palma a Alcalá. La tarde, una vez más se metía en agua, pero a diferencia de la tarde anterior, no había ni la mitad de la afluencia ara un Martes de Farolillos de esta Feria larga en cuanto a lo feriante  y con carteles rematadísimos en cuanto a lo taurino. Quizás este cartel, con toros de Juan Pedro-Parladé era una isla en medio del oceano de los carteles rematados y eso hizo, que muchos habituales lo dedicaran a pasar el día en familia en Los Gordales, y que en la plaza hubiera mucho público ocasional en medio de mucho ladrillo.

La corrida de Juan Pedro-Parladé fue más de lo mismo del Domingo de Resurrección, no llegamos esta vez a escuchar el grito en la grada de "¡Juampedro,veta ya!" pero no es menos cierto que los dos ejemplares de Parladé tuvieron más transmisión, dentro de su descastada condición, que sus parientes del hierro de Veragua. Ya sólo queda una más de la divisa de Lo Álvaro para San Miguel.  Y en medio de todo tres toreros, Daniel Luque, que volvía tras la Puerta del Príncipe de hace unos días, y a la que por suerte hubo algunos aficionados que tuvieron el gesto de sacarlo a saludar tras su gesta y que estuvo comprometido con el cuarto, en quizás lo mejor toda de la tarde, y que curiosamente se quedó sin trofeo, en esta plaza que esta temporada se dan tantas orejas baratas. 

Baratas -incluso muy baratas- fueron las orejas que cortaron Álvaro Lorenzo y Ginés Marín, a los toros de Parladé. Álvaro Lorenzo estuvo aseadito con el quinto, incluso haciendo que la música sonara -con Agüero- cuando tenía que sonar, lo que últimamente ya es noticia, pero aquello no subió el nivel y al final una estocada corta, tras unas bernardinas de fin de fiesta, hace que el toro caiga, y con menos pañuelos en comparación que otros días el mimso presidente concediera una oreja, las cosas... A Ginés Marín le tocó un sexto toro, con un punto de genio, al que sometió en los terrenos de chiqueros, y donde se hartó de darle pases, incluso alguo hasta mirando a los clarineros, mientras hubo quien llegó a destrozar un fandango (imaginamos que por los efluvios de los caldos y destilados de la comarca de Jerez)... Tras una estocada cortó otra oreja de esas que no pasaran a la historia, en esta tan baratata en cuanto a trofeos -y alguna que otra Puerta del Principe-,Feria de Abril.

Foto: Pagés

martes, 3 de mayo de 2022

Tomás Rufo, sol en medio del diluvio


La tarde bajo el diluvio tuvo un nombre propio, Tomás Rufo, el sol que iluminó las tinieblas y que paró la tormenta que resonaba sobre las arcadas del coso del Baratillo, con el empaque del temple y la naturalidad. Puede que la Puerta del Príncipe fuera un poco justa, después de la estocada caída que le recetaría al sexto, tras haber entrado previamente a matar o a morir en los enfangados terrenos del Tendido 3 y salir tras la espeluznante voltereta, despedido por el barro con el toro haciendo hilo tras él. Pero la emoción había embargado los tendidos, y el Presidente concedió la segunda oreja que posibilitaba la salida a la gloria del Paseo Colón con el atardecer de Triana, que para esa hora ya se había despojado de los nubarrones cárdenos y regalaba los tonos pasteles -anaranjados y rosados- del Aljarafe. No debemos olvidar sus excelentes maneras con el capote, acompañando la embestida con la cintura y llevando en las muñecas pura seda. Hubo alguna verónica que fueron eternas, y que se han quedado para siempre en las retinas de quienes lo vimos cuajarlas sobre el embarrado albero y por supuesto las dos faenas de muleta, la primera en los terrenos de chiqueros bajo un diluvio y la segunda llena de empaque y torería, demostrando que en su debut venía a torear en Sevilla y con la mente puesta en empresas mayores. El toledano ha entrado en Sevilla y eso no es fácil.

La tarde, además, tuvo sus teclas, con un Juli que toreó con maestría bajo el diluvio y con el viento como mayor enemigo en su primero, y que en su segundo dio una lección de entrega y poder bajo la lluvia, muchos más erguido que en otras ocasiones, y dejando un poso de armonía y la suavidad ante un buen toro de Victoriano del Río. Y un Roca Rey que estuvo enorme con el quinto, pero la espada le robó el triunfo. Tejera tampoco estuvo atinada y dejó la faena del peruano en la música callada del toreo.

La corrida de Victoriano del Río fue sin duda la corrida de lo que llevamos de feria, y quizás su buen juego se vió empañado por el estado de algunos puntos del ruedo, pero aún así hubo algunos toros de mucha nota.

En medio del diluvio salió el sol, y con él astro rey, el arco iris de los matices de un torero que se llama Tomás Rufo.

Foto: Pagés