sábado, 29 de enero de 2011

Besos huérfanos


Enero avanza con sus días de lluvias, chaparrones de la vida que calan hasta lo más hondo de nuestra alma dejando los surcos de los goterones resbalando por los cristales; y con las heladas de sus noches frías, esas que en el interior del hogar ni te enteras, al aferrarte en estas noches de ausencias, al calor de aquellos besos que se habrán quedado impregnado con tu aroma entre las sábanas y que seguro servirán para ahuyentar la escarcha que la madrugada dejará a su paso al rayar el alba.
María, seguramente, ya esbozará desde su cuna de viaje aquellos balbuceos de sus conversaciones inacabables que se guardarán para siempre en el azabache de su mirada, mientras tú te aferras al sueño deseando que no suenen los sones solemnes de aquella marcha que a modo de despertador te hará darte de bruces con la realidad, aquella que no es otra que la de sus ausencias.
Y así estarás, huérfano de sus besos, aquellos besos que te sirven para vivir cada día y para remontar tantas cosas en el camino, los besos siempre prestos de quienes son tu vida y  tu esperanza y que tanto echas de menos en estas mañanas cuando no los tienes, que en la vida cotidiana, se valora tanto lo que es ajeno que hasta que no pierdes aunque sólo sea por un instante lo que es tuyo, no sabes cuanto te duelen aquellas cosas que son de verdad parte de tu vida.
Vuelta al pasado, como tantas veces, volver a estar aferrado al teléfono, al correo electrónico, a la webcam o incluso al facebook para sentir vuestros besos, los besos de nuestra vida, esos besos huérfanos con los que hoy amanecemos, pero por los que también hay que dar gracias en estas mañanas, porque por mucho que duela vuestra ausencia, sabemos que a diferencia de aquellos besos del pasado, vuestros besos de hoy son los del presente de nuestra vida, en la que si no estuvierais, no tendría sentido hoy, este sentimiento de ausencia.

miércoles, 12 de enero de 2011

La noche que nació el Mucho Betis


Hay momentos en esta vida que son inolvidables, y entre los vividos en nuestra pasión balompédica guardamos con especial emoción el de aquella fría noche de febrero de 1994 en que tras eliminar al Barcelona del Dream Team, la fiel infantería verdiblanca, se echó a la calle a celebrar aquel triunfo que sabía a gloria tras tanto tiempo de pesares.
Aquella noche, se nos olvidaron las tres largas temporadas que llevábamos penando por aquellos campos de segunda, igual que ahora, pero con la diferencia de que mientras ahora estamos lideres y el objetivo se ve cada día más cerca, por entonces, estábamos no sólo lejos de conseguir una plaza de ascenso sino tan siquiera de acercarnos a una plaza que permitiera jugar la promoción.
Aquella noche fría de febrero en la Plaza Nueva empezó a nacer un grito, el Mucho Betis,  que venía a sustituir a aquel manque pierda que se forjó en los momentos más duros del beticismo. 
Curiosamente aquel Betis fue, como siempre, capaz de la gesta ante el grande y de sucumbir ante el rival fácil, pues tras ganar en el Nou Camp, perdería días más tarde contra un equipo llamado Villarreal que no era ni mucho menos lo que hoy ha llegado a ser, lo que  terminaría provocando que llegara al banquillo un hombre fundamental en la historia moderna del equipo de las trece barras, Lorenzo Serra Ferrer, quien apenas unos meses más tarde no sólo conseguiría devolver al Betis a la Primera División, en aquel glorioso triunfo de Burgos, sino que lo llevaría a vivir las páginas más gloriosas de nuestra historia moderna.
Pero antes que llegara todo aquello, fue aquella noche fría de febrero del noventa y cuatro, en que aquel Betis, de segunda, perita en dulce apetecida por los grandes para pasar unos cuartos de final, hizo sucumbir al Barcelona de Cruiff , equipo que por entonces no sólo maravillaba en la liga española sino también a Europa y con ella al mundo entero, gracias a aquel gol de Juanito.
Aquella noche en la Plaza Nueva volvieron a ondear las banderas verdiblancas de nuestros sueños e incluso San fernando en su estatua terminó abrigado con una bufanda con los colores del Betis, mientras algunos votaban sobre el escudo de chinos de la plaza, y es que como titulaba la portada del ABC del día siguiente, Así es el Betis.

sábado, 8 de enero de 2011

Varas de medir


Somos los sevillanos, aunque nos duela reconocerlo, a veces de pedir el carné para no dar nuestra complacencia y aunque no se pueden olvidar otras cuestiones, eso es lo que le puede estar ocurriendo a Monseñor Asenjo con ciertos sectores a los que, quizás su forma de ser, castellana de Sigüenza, pueden haberlo hecho no calar del todo en ciertos ambientes de la ciudad, y que sus mensajes, con la claridad recia de Castilla hayan podido ruborizar más que no calar, en los momentos que nos ha tocado vivir, hay que llamar a las cosas por su nombre y no pretender seguir comulgando con ruedas de molinos.
Es por ello, que a pesar de los esfuerzos que se aprecían en quien hoy ocupa la silla de San Isidoro por integrarse en nuestras tradiciones,sin tener por ello que renunciar a sus formas, las varas de medir por parte de algunos siguen siendo excesivas y parecen que buscan la anécdota como clavo al que aferrarse para no dar su brazo a torcer y seguir buscándole pegas al Pastor .
Sus formas, distan mucho de las de su antecesor, ni mejor ni peor, simplemente distintas, pero a diferencia de Fray Carlos ya le hemos sabido apreciar detalles, quizás a  lo mejor menos solemnes, pero que demuestran su gusto por que la liturgia se desarrolle con la máxima solemnidad, y demuestra su entusiamo.
Esto ocurrió el pasado jueves, cuando terminada la procesión claustral por la plaza de San Lorenzo con la que culminaban los cultos de la hermandad del Gran Poder por la festividad de la Epifanía del Señor supo, mostrar su satisfacción por las cosas bien hechas.
Y nos acordamos entonces de las varas de medir de algunos, que estamos completamente seguros que más pronto que tarde, también empezaran a valorar como se merece a Monseñor Asenjo.

lunes, 3 de enero de 2011

Aclamaciones de la tradición



Tienen sonido antiguo, como de saeta de Centeno, del Niño Gloria o de Vallejo; Con tu cruz al fuerte armado, despojaste de su imperio; quizás de villancico de Epífania, vísperas gozosas de la manifestación de tu Gran Poder, o porqué no de corrido de ciego o vocero de tu devoción que transmitiera tu fe por los caminos; este es el grande misterio, de esa cruz que te has cargado.

Aclamaciones que quizás se pierdan casi en la noche de los tiempos de tu bendita devoción, exvotos de besos depositados en tu talón, secretos guardados en tu camarín;  llevando esa cruz erguida,  tu poder obró de suerte; porque quien sabe si son obra de Fray Diego para esa novena que aún se reza en San Lorenzo pero también allí en tierra extraña, adonde llegó tu devoción que no conoce de fronteras ni de razas, y sí de quien se aferra a ti como clavo ardiendo; que a la muerte diste, muerte y a los mortales la vida.
Y así estamos hoy, días de Quinario, de abono que dirán los cabales de San Lorenzo, descubiertos de antifaces de ruán, y dando testimonio de nuestra fe, porque ya se sabe que Todo el Poder en Tu mano, el Padre quiso poner, mientras tus devotos abarrotan hasta el último lugar de tu Basílica…
La vida pasa en estos días ante nuestros ojos, porque igual que ayer fuimos llevados ante ti, hoy somos nosotros quienes acercamos a la sangre de nuestra sangre, vida de nuestras vidas, y al igual que entonces quienes nos antecedieron hoy nosotros te pedimos por las vidas que habrán de venir, Dios de la verdad,  Señor, por tu Gran Poder, salvad al linaje humano.

Días de Quinario, ayer de novena que perdura en estas aclamaciones de la tradición, que son el vivo recuerdo de la devoción viva y creciente de un pueblo…

En el atrio ha sonado, solemne, el golpe de la pértiga de  plata sobre el mármol, ayer sonaron solemnes Christus Factus Est y hoy suenan los sones tan nuestros de Coronación, el incienso sagrado perfuma el templo y avanza alzada la Cruz Basilical, franqueada por los ciriales dorados con los codales de cera tiniebla, igual que ayer, igual que siempre, y es que aunque un día ya no estemos, y gozemos de la verdad de su Gran Poder, cada año por estas fechas estamos seguros de que algo de nosotros, sangre de nuestra sangre, vida de nuestras vidas, volverá a tener una cita ante la imagen del Señor.