Hoy se abrirán las puertas del templo sagrado de la tauromaquia, el lugar donde hasta el trinar de los vencejos, en el silencio de la expectación, suena distinto.
Pero antes llegará el runrún de aficionados, la llegada de los coches de cuadrillas, el gentío que se arremolinan para ver la llegada de quienes traen la ilusión de saber que tienen la oportunidad de contar una verdad, envuelta en seda y oro.
Y con ellos también viene la otra verdad, la verdad antigua de quienes vestidos de azabache harán la callada brega que posibilitará el hacer realidad o no, el sueño del novillero.
Pero antes habran de cruzar la cancela de forja, escuchar las palabras de ánimo y las palmadas sobre el bordado de la chaquetilla, sentir el adoquín al ser llevado casi en bolandas, la ilusión que renace en tantos que no llegaron y que vuelven a sentirse retratados al verlos cruzar Iris, como aquella vez, que la cruzaron camino de la Puerta Principal por la que se accedía a la Maestranza.
Cuantas verdades esperarán a partir de hoy, a ver llegar a los toreros en la Calle Iris.
Pero antes llegará el runrún de aficionados, la llegada de los coches de cuadrillas, el gentío que se arremolinan para ver la llegada de quienes traen la ilusión de saber que tienen la oportunidad de contar una verdad, envuelta en seda y oro.
Y con ellos también viene la otra verdad, la verdad antigua de quienes vestidos de azabache harán la callada brega que posibilitará el hacer realidad o no, el sueño del novillero.
Pero antes habran de cruzar la cancela de forja, escuchar las palabras de ánimo y las palmadas sobre el bordado de la chaquetilla, sentir el adoquín al ser llevado casi en bolandas, la ilusión que renace en tantos que no llegaron y que vuelven a sentirse retratados al verlos cruzar Iris, como aquella vez, que la cruzaron camino de la Puerta Principal por la que se accedía a la Maestranza.
Cuantas verdades esperarán a partir de hoy, a ver llegar a los toreros en la Calle Iris.
1 comentario:
Tras esa puerta de hierro había otra puerta, por donde entran los toreros. Ahí estuvo mi abuelo cincuenta años.
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