lunes, 20 de octubre de 2008

Amare Mariam Valle


Hoy hace diecinueve años, que al aire de Sevilla, gritaron casi todas las campanas de la ciudad en un original concierto, inédito e irrepetible, en honor de la Virgen del Valle.

Aquella mañana, y en Rosario de la Aurora había salido para un Solemne Pontifical la Virgen del Valle, que fue como el amargo caramelo que les quedó a tantos hermanos de dicha Hermandad, que se quedaron con el anhelo de una coronación canónica, que años más tarde muchos viviríamos, pero que muchos vivieron de otra manera, porque no hay muerte ante los ojos del Valle, y así por ejemplo un pintor legó para su Virgen el más bello cartel que para una coronación pudiera imaginarse.

Aún recordamos, como sonaron en el trascoro de la Catedral los sones de la misa de Coronación, en aquel amargo pontifical, aquella invitación que guardamos como oro en paño, y aquel mal rato que pasaron muchos cuando la lluvia, ¡ay la lluvia de estos días de Octubre que siempre nos acompaña y nos trae tantos recuerdos! impidió el regreso a la Anunciación hasta algunos días más tarde.

Hoy, 20 de Octubre, quisiéramos recordar como sonaron en aquel concierto de campanas, más de trescientos bronces fundidos, con un sonido original y nuevo, en esta Sevilla que nunca entendió aquella sinfonía diferente, pero no por ello menos bella, en aquellas vísperas de un noventa y dos, que gracias a Dios, abriría tantas mentes.

Aún quedan en algunos campanarios y espadañas el mudo recuerdo de las sogas que prendidas de los badajos, llenaron de sonido con sus tañidos los viejos bronces mudos que algunos jamás han vuelto a repicar.

En esta ciudad en que los silencios, también sirven para acallar las verdades que dan ganas de gritar al mundo, hoy saco de mi Soberao el recuerdo de aquella noche en que las campanas de Sevilla también supieron decirle al mundo que sabían romper las cadenas de sus monotonías para sonar en aquella extraña sinfonía, Amare Mariam Valle, dedicada a la Virgen que guarda en el secreto misterio de sus ojos verdes, el silencio de la ciudad que calla y mira para otro lado al ver lo que florece, y no precisamente rosas de pasión, a la vera de su casa, en la Plaza de la Encarnación.

1 comentario:

el aguaó dijo...

Impresionante. Mi más sincera enhorabuena por el texto. La verdad es que tenemos mucha suerte de tenerla tan cerca, tan accesible a lo largo del año.

La Virgen del Valle es una de las Dolorosas de Sevilla que me puede. Y mucho...

Un abrazo amigo.

P.D. Aún quedan en algunos campanarios y espadañas el mudo recuerdo de las sogas que prendidas de los badajos, llenaron de sonido con sus tañidos los viejos bronces mudos que algunos jamás han vuelto a repicar... Magnífico.