Estafeta Kalea, 23.30 de la noche de un fresquito día de principios de agosto, iban cinco intrépidos sevillanos buscando un bar o una tasca o taberna con el miedo de no equivocarnos y meternos en una herrikotaberna, como ya nos ocurrió en SanSe, a fin de poder saborear unas tapas, unos pintxos o lo que fuera, pués lo último que nos entró en el cuerpo fueron unas tortas de Inés Rosales regadas con agua con gas marca Pierre, cortesía de unos amigos trianeros que veranean todos los años en Biarritz y que gentilmente nos habían invitado a comer.
De San Fermín, como podeis imaginaros no quedaban más que la tienda del Kukuxumusu y la marca que había dejado un toro del Marqués de Domecq en una pared de una casa.
Y ahí empezaron las bromas, el año que viene nos venimos a Pamplona, que si tal que si cual, que si hay que venir se viene y si hay que correr se corre, pero para correr en alguna que sea en lo de Miura, que al menos es de la casa y no del monoencaste de Jérez... Fernandito, nos decía, no hijo no, ustedes estaís locos, o es que acaso quereis tener la gloria efimera de una portada del periódico y un huecograbado tipo 2 al final del ABC...
Y así bla, bla, bla pasamos la noche en la vieja Iruña, entre risas regadas de Patxarán...
Once meses después, siete y media de la mañana, nos pegamos el madrugón para ver el encierro de Miura y en esto que observamos en la calle de Estafeta una camiseta del glorioso Real Betis Balompié, no sería nada especial entre tantas que se ven, si no fuera porque Fernandito, el que nos quitaba las ideas se había ido a Pamplona a correr un encierro de Miura...
Desde entonces el tio, no se pierde ningun día de San Fermines desde el Chupinazo hasta el Pobre de mi...
Otrosí: El año pasado la criatura no tuvo otra cosas que poner en la casa donde para, la bandera del Centenario...
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