¿Cómo fue aquella primera vez que estuve ante Ti? ¿Qué sintieron mis padres cuando me alzaron ante tu imagen, en la más bella ofrenda que unos padres ofrecen a Dios? Estas son sólo dos preguntas, que como tantas otras podría hacerme ante tu hechizo moreno…
Sólo se, que yo soy tuyo desde aquel día, pero que desde aquel mismo día formaste a su vez parte de mi, como la sangre que me corre por las venas, sangre roja sobre el azul de pureza, que como cruz trinitaria ya luciera en mi esclavina de naveta de las sobras de aquel terciopelo azul sobre el que se pasó tu manto.
Soy tan tuyo, que aún recuerdo aquellas lágrimas de emoción cuando cumplí aquel sueño de convertirme en tus pies para que derramaras con tu palio, toda esa gracia sevillana, del barrio de San Lorenzo, que tan bien atesoras, o aquellas otras lágrimas más amargas cuando no comprendía tus designios.
Pero eres mucho más, melodía de violín de Luis Lerate, que repite el Ave María, con sus sones, para recordarnos siempre que tu Dulce Nombre nos espera en San Lorenzo, y es que somos de esa generación que no concebiríamos ya verte en otro lugar que no fuera siempre en tu Parroquia o en tu Plaza.
Eres tan de mi casa, que lo primero que entró en ella, fuiste Tú, para que tus ojos velaran el hogar que iniciábamos, eres tan mía y de mi gente, que sólo hay que ver los nombres de las mujeres de la familia, para darse cuenta de cuan importante eres para nosotros. Has estado siempre tan ligada a mi que aún recuerdo aquellos cuentos que me contaban de un Martes Santo en la que la lluvia parecía querer desbaratar el día más bonito del año, pero que siempre, para tornar las lágrimas en la sonrisa, acababan como aquel Martes Santo de 2003, (quien me iba a decir a mi, que ese cuento un día se haría realidad), fuimos tan tuyos desde siempre que ya en el Colegio nuestros nazarenos, en clase de trabajos manuales eran de cola de papel blanco, frente a aquellos tan vistosos de capas de colores hechas de papel charol.
Hoy 12 de Septiembre, día de tu festividad, mi modesto Soberao se llena con tu Dulce Nombre y como cada día, vuelve a mi cabeza la melodía de esa leyenda que a manera de divisa llevamos grabada en nuestra alma:
“Dulce Nombre de María, se la salvación mía”
Sólo se, que yo soy tuyo desde aquel día, pero que desde aquel mismo día formaste a su vez parte de mi, como la sangre que me corre por las venas, sangre roja sobre el azul de pureza, que como cruz trinitaria ya luciera en mi esclavina de naveta de las sobras de aquel terciopelo azul sobre el que se pasó tu manto.
Soy tan tuyo, que aún recuerdo aquellas lágrimas de emoción cuando cumplí aquel sueño de convertirme en tus pies para que derramaras con tu palio, toda esa gracia sevillana, del barrio de San Lorenzo, que tan bien atesoras, o aquellas otras lágrimas más amargas cuando no comprendía tus designios.
Pero eres mucho más, melodía de violín de Luis Lerate, que repite el Ave María, con sus sones, para recordarnos siempre que tu Dulce Nombre nos espera en San Lorenzo, y es que somos de esa generación que no concebiríamos ya verte en otro lugar que no fuera siempre en tu Parroquia o en tu Plaza.
Eres tan de mi casa, que lo primero que entró en ella, fuiste Tú, para que tus ojos velaran el hogar que iniciábamos, eres tan mía y de mi gente, que sólo hay que ver los nombres de las mujeres de la familia, para darse cuenta de cuan importante eres para nosotros. Has estado siempre tan ligada a mi que aún recuerdo aquellos cuentos que me contaban de un Martes Santo en la que la lluvia parecía querer desbaratar el día más bonito del año, pero que siempre, para tornar las lágrimas en la sonrisa, acababan como aquel Martes Santo de 2003, (quien me iba a decir a mi, que ese cuento un día se haría realidad), fuimos tan tuyos desde siempre que ya en el Colegio nuestros nazarenos, en clase de trabajos manuales eran de cola de papel blanco, frente a aquellos tan vistosos de capas de colores hechas de papel charol.
Hoy 12 de Septiembre, día de tu festividad, mi modesto Soberao se llena con tu Dulce Nombre y como cada día, vuelve a mi cabeza la melodía de esa leyenda que a manera de divisa llevamos grabada en nuestra alma:
“Dulce Nombre de María, se la salvación mía”
3 comentarios:
Me uno a esa felicitación para la Virgen más guapa del Martes Santo.
Mis recuerdos son de una vez por Alfonso XII sin corona, y de un palio con la cera apagada,cansada, que ves nada más entrar de por las puertas de San Lorenzo.
De aquel 2003 me quedo con la cara de satisfacción del fiscal de banda por la calle Alemanes.. da gusto ver alegres a los amigos.
Ella es Pura Belleza.
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