lunes, 1 de septiembre de 2008

Volver

Y ahí estabas tú, en mi dulce letargo, volviste a romper el momento en que soñaba que estaba con los pies desnudos a la orilla del mar, al alegre son de tu trompeta, maldito despertador de cada mañana, al que por suerte la última vez que escuché tus sones no fue enlatado en el N70 entre sábanas calientes de un despertar agosteño, y si en vivo, en aquella plaza de toros rodeada de olivares...
Esta mañana has sonado para recordarme que tocaba volver a la rutina diaria, rutina de despacho, que me espera Eduardo Dato arriba, casi en la Gran Plaza...
Pero bajo la ducha recordé aquellos otros amaneceres de este mismo día, vísperas de exámenes en la vieja Fábrica, cruzar al Rectorado bajo la puerta del ángel de la Fama, rutinas de bibliotecas y cafeterías, el son del antiguo reloj en aquel viejo patio, el Ducados apoyado en la fuente, el pasillo de Elaborados, la tertulia hablando del Betis, los chismes playeros en Guadalprado o en el Cristina, la cerveza en la Moneda, la libertad de nuestros veinte años... y por supuesto el ratito a solas con nuestro Catedrático en su despacho.

Hoy he vuelto a la Ciudad, pero también me reencontrado con tantas cosas... entre otras, que curioso, también contigo, viejo ángel trompetero que anuncias la Fama que nunca se alcanza, ahí estás para anunciarme, que tendré un reencuentro con Él, a la luz del atardecer, cuando los rayos de este ya sol de Septiembre, busquen cobijo tras el cerro de Santa Brígida y el cielo se vista de mágicos tonos malvas y dorados, cuando el parque traiga los aromas de sus sombras verdes, en ese momento, se que echaré de menos aquel aroma de picadura de tabaco que la nueva fábrica nos regalaba, (¡ay Altadis, guardián y carcelero de nuestras Cigarreras!) para que no olvidásemos nunca el suelo que pisábamos, todo eso y mucho más, nos espera, pero nada será comparable con el reencuentro secreto que nos aguarda, nuestro viejo y fiel Catedrático, que siempre espera, con su lección eterna, en su despacho de la calle San Fernando.

3 comentarios:

Jose Maria Carmona dijo...

Lo que hemos estudiado en esa Fabrica de tabacos, ese edificio de padre holandes (Van der Beer), sabemos lo que es pasear por sus pasillos, a veces semioscuros, y descubrir sus rincones de sabiduria.. sin olvidar nunca sus bares cercanos y cesped, que todo es necesario.

el aguaó dijo...

Bellísima entrada y cargada de simbolismo e intimidad amigo Pepe Luis.

Precisamente ayer estuve en la Universidad, y me cargué de nostalgia al recordar mañanas de trajín y vuelta en busca de examenes.

El Traslado me lo perdí. Ya me contarás.

Un abrazo.

La gata Roma dijo...

Ains, Septiembre, que es eso y alguna cosa mas… En fin, voy aterrizando…
Preciosa entrada, y es que, tenemos que ir arrancando.
Kisses