lunes, 8 de septiembre de 2008

El toro de fuego

La otra noche, en Carrión, volvimos a vivir la suelta de un toro de fuego, cuantos recuerdos de aquellas veces que en Umbrete o en Villalba corrimos delante de esos artilugios donde se unía toda la pasión por la pólvora de los pueblos del Aljarafe.
Cohetazos iban y venían al contemplar la traca de bengalas y petardos de esos toros que a algunos gustan esperar casi a portagayola y correrlos cual peculiar encierro de otras latitudes.
Ante el toro de fuego iba toda una chavalería sorteando sus cornadas de cohetes y bengalas que podrían quemar las camisas pero no las ilusiones de la chavalería, aún recuerdo aquella noche que en Umbrete algunos se encomendaban a San Bartolomé al más puro estilo de San Fermín, y cuando llegaba ese momento final en que el toro de fuego suelta el rabo, con las últimas descargas, el goce era indescriptible.
Momentos inolvidables que no se olvidan, el del olor de la pólvora y el del sonido inconfundible del estallido de las ratillas…

2 comentarios:

Canónigo Alberico dijo...

Pare lo peor que tiene el toro embolao es que no sepas que existe. Y de repente veas como de manera misteriosa desaparece tol mundo de las calles y ves aparecer en el horizonte dos bolas de fuego moviles.
Bendito cajero de la caixa....

Canónigo Alberico dijo...

esta usted nominado pase por mi blog.

Ayer fue noche de nicanores..