Siempre fue septiembre el mes de volver a la ciudad, en otros tiempos aguantábamos en la playa casi hasta Regla, antes de sumergirnos en la rutina cotidiana de colegios y trabajos.
En septiembre, siempre volvíamos a la Plaza, con los cultos de nuestra Virgen Dulce, sones de capilla musical que Lerate desgranaba desde el coro de la Parroquia y que un día de septiembre sonaron lejos de su parroaquía en uno de los días más felices de nuestras vidas.
Septiembre, siempre vuelve a la plaza más bonita del universo, esperando quizás un otoño de hojas caídas, de tardes melácolicas con gotas de lluvia que resbalaban tras los cristales...Pasaron los años, y septiembre siempre se nos descubría con sensaciones y experiencias nuevas, con el mes noveno, llegaron las primeros salidas en pandilla, los primeros amores, quizás el primer paseo de la mano, el primer beso, pero también los primeros sinsabores, las primeras desilusiones por los amores que no fueron correspondidos o que cuando lo fueron se escaparon de nuestras manos, como se escapa el agua entre las manos, dejándonos el alma hecha jirones.Pero también fue un día de septiembre cuando encontré al que es el gran amor de mi vida y si por entonces el mes era especial en otros aspectos, desde entonces es el mes que colmó nuestra existencia, y ahora por septiembre llegará el fruto que madurará nuestras vidas.
Siempre que llega septiembre nuestra vida espera, y este septiembre, la vida llegará colmándonos de dicha.
1 comentario:
Septiembre es el comienzo del año sevillano para muchos, al menos para mí.
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