lunes, 21 de septiembre de 2009

Un Erasmus aventajado


Estas novilladas de septiembre en la Maestranza siempre guardan secretos misterios que se repiten año tras años, los cabales, esos que cada corrida buscan el frecor que la grada ofrece por sus ojos de buey y que te confiesan sin rubor lo larga que se le hacen las tardes zahínas del invierno sin a lo peor un un mal festival de noveles con los que poder matar la afición ni tan siquiera una corrida por televisión de alguna feria americana que echarse a la boca.
Conversaciones, entre humo de tabaco negro en las que se habla en voz baja, para no pervertir el silencio sagrado de la Maestranza, palabras sentidas sobre toreros antiguos, tardes de gloria de aquel banderillero que recibía los toros a una mano, suertes perdidas donde relucía la plata de ley de los buenos peones, mientras los turistas nipones lo aplauden absolutamente todo, incluso cuando el banderillero que viste de azul y plata, ha medido mal en la cara del novillo y este tras echarselo a los lomos ha podido herirlo de gravedad.
Y es que la Grada 4 se reparte entre los cabales de cada domingo, esos que comentan sin rubor que a pesar del "cartel tan sevillano" fuera de abono que nos van a dar el 12 de Octubre; Cortés, Pinar y Tendero; ellos acudiran fieles a su cita, y los guiris que no repetirán en su vida una corrida de toros, pero que por suerte para la empresa, serán sustituidos por otros guiris, que como siempre ocuparan nuestras gradas en días de sol y moscas.
En la vecina grada 6 dos guiris, ella italiana seguro y el puede que también, quien sabe si serán los primeros Erasmus de este curso, están disfrutando de otra variedad de faena que la que se está jugando más abajo sobre el albero, cosas de la vida y de la inquietud templada de su juventud.
Mientras, en el ruedo, el francés Tomas Joubert, antes Tomasito en los carteles, bien pudiera ser también un Erasmus aventajado que ante sus dos oponentes dejó la firma de su personalidad, y eso hoy día ya es algo, aunque no todo, y de los espejos en donde se mira, su compatriota Castella y el mito de su casi tocayo, José Tomás.
Puede que con su actuación se haya ganado la repetición para la novillada de triunfadores, a pesar la vuelta al ruedo que se pegó por la cara, pero bueno, aunque no lo compartamos, a veces también hay que entender a estos chavales, que como el caso del francés volvía a vestirse de luces tras una grave cornada y en el que parece que ha puesto sus ojos el taurino Antonio Corbacho.
De Lechuga y Rey poco podemos contar, el primero se encontró con el peor lote de la tarde y el otro y el segundo demostró pundonor ante sus oponentes, y es que el encierro de Mª Carmen Camacho, descastado y sin fuerza, no ayudó para nada al devenir de los chavales.
Cuando la corrida acabó y mientras los cabales se tomaban sus cervezas en el Bar de Ventura, vayase usted a saber si los dos jovenes Erasmus que dieron el otro espectaculo en la Grada no terminaron poniendo un candado más en el puente de Triana cual si fuera el Puente Milvio, y de lo poco que recordamos de la novillada al irnos a la cama, era de la decisión de este novillero francés que sólo Dios sabe si llegará a ser gente en esto.

Foto: http://www.toroimagen.com/

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