domingo, 27 de septiembre de 2009

Ni toros ni sensibilidad

Que en Sevilla se olviden los minutos de silencio en determinadas fechas no es nuevo, y en este caso los cinco lustros de la muerte de Paquirri no iban a ser una excepción a pesar de la que está cayendo mediáticamente por los de siempre, y que a veces el mundo del toro parece el más insensible consigo mismo. Quizás deberámos de preguntarnos adonde se ha ido la sensibilidad de esta plaza, que parece que se ha quedado ya sólo para sus silencios.
Así llevamos años viendo como se olvidan otras fechas más recientes de sucesos ocurridos en esta misma plaza como las de Manolo Montoliú o el pobre de Ramón Soto Vargas.
De la corrida de Parladé (Juan Pedro) más de lo mismo que en las últimas tardes en que se ha anunciado este ganadero en la Maestranza sólo nos hemos encontrado con toros chicos, enfermos, invalidos y descastados que imposibilitaban el triunfo de los diestros por mucho interés que estos pusieran.
Y es que sin toros, aunque sean más pequeños que los de las novilladas que hemos visto en los fines de semana atrás, nada es posible y la tarde, que tanta expectación había quedado entre los aficionados se queda en nada.
El cartel, por la lesión del Cid, se quedó en un mano a mano, en el que no disfrutamos de un sólo quite, donde no había ni atisbo de rivalidad.
Morante, impecablemente vetido de nazareno (de Gran Poder, dijo alguien en un tendido) y oro dejó algunos detallesen su primero, al tercero, con el que tenía prisas por pasaportar ya en banderillas, no lo quiso ni ver y ante el sexto, un toro con peligro apenas pudo hacer nada, sino demostrar que él estaba muy por encima de la res que en los medios no quiso ni atender a los engaños del cigarrero.
El triunfador de la tarde fue Castella, que se llevó, dentro de lo poco que vimos, el mejor toro de Parladé, al que resetó una faena marca de la casa, al que de no haber dejado el feo espadazo, hubieramos comprendido la oreja, que le fue concedida, pero que en nuestra opinión fue completamente exagerada tras el bajonazo.
Poco más, pudimos ver, si acaso la profesionalidad de Curro Molina, que siempre profesional bregó magnificamente en el primero de Castella y que fue obligado a desmonterarse tras un supremo par de banderillas.
Y es que sin toros, poco podemos contar de lo que vimos en el Baratillo en la primera de San Miguel.

1 comentario:

Diego Romero dijo...

De Gran Poder... jajajaja
Animalito, ese será de los que vienen del quinto c... a explicarnos Sevilla.