Apenas mil almas ocupaban los tendidos de la Maestranza, mil almas, en su mayoría foráneas, muchas de ellas en la primera y única vez que pisaran un coso taurino en su existencia, y que sintieron en sus carnes lo que sufren, quienes cada domingo, desafíando a las calores, son capaces de sentarse en un tendido recalentado tras horas de sol, a las siete de la tarde.
La novillada de Cebada Gago, impecablemente presentada y de juego variado, mejor que muchas corridas de toros que hemos visto este verano, es siempre una lotería y más para los novilleros que se presentaban este domingo en Sevilla, con poco bagaje y oficio.
De la terna sobresalío el pacense Manuel Larios, que toreó con gusto con el capote a sus dos oponentes, en su primero, un manso rajado que buscaba las tablas, dejó detalles si bien su labor fue silenciada tras pasar un calvario con la espada.
En su segundo, quizás el mejor novillo del encierro, le permitió torearlo muy centrado c, dejando muletazos de bella factura muy templados en sendas tandas con la derecha, por el pitón izquierdo sólo pudo darle una, si bien hay que destacar los larguísimos pases de pecho con los que concluyó las series. Tras pasaportarlos con una estocada efectiva, paseó una oreja de peso, que debería de abrirle paso en este dificil mundo.
Los compañeros de terna poco podemos contar, el también debutante, Raúl Saez, demostró tesón y entrega, se las vio con todo un tío en su segundo, que lo puso en serios aprietos y en su segundo, más de lo mismo, demostrando estar verde para este compromiso y sufriendo una fuerte voltereta. Tuvo el feo gesto de dar uha vuelta al ruedo por su cuenta, que sólo le servirá para poner la foto en casa.
El portugués Joao Augusto Moura, ante el peor lote poco pudo hacer, destacando sólo algún muletazo con la derecha en su primero.
La novillada de Cebada Gago, impecablemente presentada y de juego variado, mejor que muchas corridas de toros que hemos visto este verano, es siempre una lotería y más para los novilleros que se presentaban este domingo en Sevilla, con poco bagaje y oficio.
De la terna sobresalío el pacense Manuel Larios, que toreó con gusto con el capote a sus dos oponentes, en su primero, un manso rajado que buscaba las tablas, dejó detalles si bien su labor fue silenciada tras pasar un calvario con la espada.
En su segundo, quizás el mejor novillo del encierro, le permitió torearlo muy centrado c, dejando muletazos de bella factura muy templados en sendas tandas con la derecha, por el pitón izquierdo sólo pudo darle una, si bien hay que destacar los larguísimos pases de pecho con los que concluyó las series. Tras pasaportarlos con una estocada efectiva, paseó una oreja de peso, que debería de abrirle paso en este dificil mundo.
Los compañeros de terna poco podemos contar, el también debutante, Raúl Saez, demostró tesón y entrega, se las vio con todo un tío en su segundo, que lo puso en serios aprietos y en su segundo, más de lo mismo, demostrando estar verde para este compromiso y sufriendo una fuerte voltereta. Tuvo el feo gesto de dar uha vuelta al ruedo por su cuenta, que sólo le servirá para poner la foto en casa.
El portugués Joao Augusto Moura, ante el peor lote poco pudo hacer, destacando sólo algún muletazo con la derecha en su primero.
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