Con el traslado de la Facultad de Derecho de la Fábrica de Tabacos, se pierden los recuerdos de tantas generaciones de leguleyos que pasaron por el histórico edificio desde aquel ya lejano 1954, en que la facultad abandonó el antiguo edificio de la Universidad en la calle Laraña, del que tanto conocemos por los textos de José María Izquierdo y Cernuda.
Con el traslado se van también nuestros recuerdos de tantos momentos vividos entre sus pasillos y sus aulas, entre su Biblioteca y su cafetería. Allí permanecerán para siempre tantas enseñanzas aprendidas de tanto pasear por sus pasillos cargados con los códigos y la carpeta, cuantas ocurrencias al entrar bajo el cartel que aún anuncia aquello de Almacén de Elaborados, tantos cafés y paquetes de Ducados entre discusiones sobre tal o cual asignatura, sobre las manías de tal o cual profesor, pero también de las eternas tertulias de cofradías, de toros, del Betis, con los compañeros del día a día, hoy algunos, señores del campo del derecho en todas sus más diversas funciones, y otros, como quien esto escribe, eterno aprendiz de la vida.
Entre sus muros encontramos amigos, sin los que hoy en día nuestra vida sería tan distinta y también se quedaron aquellos desamores que tanto nos hicieron sufrir.
Por sus ventanales, vimos como amanecía en las mañanas frías de invierno y como el sol, nos despedía aún alto, en las luminosas tardes de marzo y abril, en las que siempre nuestra cabeza estaba más en otros sitios que entre aquellos muros, que tanto supieron de historias antiguas de cigarreras.
En su Aula Magna, presidida por aquella tabla pintada de nuestro Catedrático, se encomendaron tantos ante el examen que los llevaba con varias madrugadas en vela, te sonreías ante aquella niña con su carpeta de cofradías que no te hablaba, ¿váyase usted a saber porqué?, o te cruzabas con aquella otra, que cual amor platónico de aquellos años, sabías que era completamente inalcanzable.
Con el traslado de aquella vieja Facultad a la Pirotécnica, se llevarán para siempre aquellas cuestiones materiales que rodearon nuestra vida durante aquellos años, pero por contra siempre permanecerán en nuestro interior, aquellos momentos que vivimos entre sus muros y que permanecerán eternamente en nuestros recuerdos.
Con el traslado se van también nuestros recuerdos de tantos momentos vividos entre sus pasillos y sus aulas, entre su Biblioteca y su cafetería. Allí permanecerán para siempre tantas enseñanzas aprendidas de tanto pasear por sus pasillos cargados con los códigos y la carpeta, cuantas ocurrencias al entrar bajo el cartel que aún anuncia aquello de Almacén de Elaborados, tantos cafés y paquetes de Ducados entre discusiones sobre tal o cual asignatura, sobre las manías de tal o cual profesor, pero también de las eternas tertulias de cofradías, de toros, del Betis, con los compañeros del día a día, hoy algunos, señores del campo del derecho en todas sus más diversas funciones, y otros, como quien esto escribe, eterno aprendiz de la vida.
Entre sus muros encontramos amigos, sin los que hoy en día nuestra vida sería tan distinta y también se quedaron aquellos desamores que tanto nos hicieron sufrir.
Por sus ventanales, vimos como amanecía en las mañanas frías de invierno y como el sol, nos despedía aún alto, en las luminosas tardes de marzo y abril, en las que siempre nuestra cabeza estaba más en otros sitios que entre aquellos muros, que tanto supieron de historias antiguas de cigarreras.
En su Aula Magna, presidida por aquella tabla pintada de nuestro Catedrático, se encomendaron tantos ante el examen que los llevaba con varias madrugadas en vela, te sonreías ante aquella niña con su carpeta de cofradías que no te hablaba, ¿váyase usted a saber porqué?, o te cruzabas con aquella otra, que cual amor platónico de aquellos años, sabías que era completamente inalcanzable.
Con el traslado de aquella vieja Facultad a la Pirotécnica, se llevarán para siempre aquellas cuestiones materiales que rodearon nuestra vida durante aquellos años, pero por contra siempre permanecerán en nuestro interior, aquellos momentos que vivimos entre sus muros y que permanecerán eternamente en nuestros recuerdos.
1 comentario:
Creo que cualquier sevillano universitario que se precie, tiene este u otro recuerdo muy "especial" de/en/sobre ese maravilloso edificio.
Un fuerte abrazo.
CORDO
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