Hoy, he ido a verte temprano Señor, tan temprano, que otros días y a esa misma hora, mas que le pese a Carlos Herrera lo escucho adormilado entre las sábanas, pero es que hoy Señor, alma de nuestras vidas, necesitaba ir a verte personalmente.
Hoy ni el frio de la mañana, cuando aún no habían llegado las primeras luces del alba, ni el miedo a la lluvia me importaban, cruzaba tu ciudad entre las luces anaranjadas de las farolas, con el tránsito de los autobuses y de la gente camino de sus trabajos con sólo un pensamiento.
Porque Tú, mi Señor, bien sabías el porqué de mi visita, nunca inesperada porque Tú siempre esperas, pero si a estas horas tempranas a las que no te tengo acostumbrado, Tú que bien sabes que mi primer recuerdo cada mañana es para ti, y que en tus manos, siempre pongo mi amanecer de cada día, he ido a pedirte por alguien que realmente lo necesita.
Camino de tu casa iba por Cardenal Spínola cuando me encontré con la Plaza más bonita del Universo, totalmente cubierta de hojas, bellamente sucia de la naturaleza muerta que le da ese aire especial, de toda la vida, ya había abierto el Sardinero y Miguel acababa de abrir las puertas de tu Basílica, y así entré en tu casa, y tras una mirada a la Madre del Traspaso, subí a tu camarín y te pedi por lo que Tú bien sabes.
Se a ciencia cierta, que en tus manos, Cisquero, está el Imperio de nuestras vidas, pero sólo te pido que si hoy tienes que descuidar un poco de la mía, lo hagas para que tus manos estén pendientes de quien hoy en lecho de la enfermedad te necesita. En Tus manos Señor aguardo y en Tu mirada de bondad, como siempre espero la suprema verdad de tu Gran Poder.
Hoy ni el frio de la mañana, cuando aún no habían llegado las primeras luces del alba, ni el miedo a la lluvia me importaban, cruzaba tu ciudad entre las luces anaranjadas de las farolas, con el tránsito de los autobuses y de la gente camino de sus trabajos con sólo un pensamiento.
Porque Tú, mi Señor, bien sabías el porqué de mi visita, nunca inesperada porque Tú siempre esperas, pero si a estas horas tempranas a las que no te tengo acostumbrado, Tú que bien sabes que mi primer recuerdo cada mañana es para ti, y que en tus manos, siempre pongo mi amanecer de cada día, he ido a pedirte por alguien que realmente lo necesita.
Camino de tu casa iba por Cardenal Spínola cuando me encontré con la Plaza más bonita del Universo, totalmente cubierta de hojas, bellamente sucia de la naturaleza muerta que le da ese aire especial, de toda la vida, ya había abierto el Sardinero y Miguel acababa de abrir las puertas de tu Basílica, y así entré en tu casa, y tras una mirada a la Madre del Traspaso, subí a tu camarín y te pedi por lo que Tú bien sabes.
Se a ciencia cierta, que en tus manos, Cisquero, está el Imperio de nuestras vidas, pero sólo te pido que si hoy tienes que descuidar un poco de la mía, lo hagas para que tus manos estén pendientes de quien hoy en lecho de la enfermedad te necesita. En Tus manos Señor aguardo y en Tu mirada de bondad, como siempre espero la suprema verdad de tu Gran Poder.
1 comentario:
Por lo visto, las manos del Señor nos tiene a más de uno agarrado. Bendita condena.
Eso de "bellamente sucia por la naturaleza" me ha encantado.
Me encanta como escribes, y ojalá todo aquello que te ha llevado a verle, tan temprano, salga como deseas.
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