jueves, 20 de noviembre de 2008

Perfundet omnia luce


¿Cuántas veces te habré buscado Señor, en el interior de tu Capilla? ¿Cuántas horas habré pasado contemplando tu sueño de Buena Muerte...?¿Cuantas cosas sabemos tú y yo de mis tormentos y de mis pasiones?
Tú mi Catedrático, sabes salir a mi encuentro, amigo que nunca falla, en los momentos cruciales de mi vida, y anoche, reconvertido en Santos Varones, salistes, vaya si salistes, para con tu silencio dictar una de tus lecciones magistrales.
Se que anoche, saliste para poner un rayo de luz a mi vida, para decirme que estabas allí, como siempre, esperándome y que no temiera a la tempestad ni a la tormenta, que todo pasa, que si hoy es fuerte el aguacero, pronto saldrá el sol...
Siempre mi Catedrático dictándole la luz de la vida a su alumno.

5 comentarios:

Reyes dijo...

Dialogos íntimos. Gracias por compartirlos.

Anónimo dijo...

Dios siempre nos ilumina, incluso cuando no tenemos conciencia de ello. laus deo.

...y que mi ejercito sea el viento y el mar y las aves del cielo... (Alejandro Magno nunca supo de salmos responsoriales)

Canónigo Alberico dijo...

bonito dialogo maestro, bonito dialogo

Anónimo dijo...

Por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes.
(Khalil Gibran)

Zapateiro dijo...

Buena luz la que te alumbra. Sin duda.

Un saludo.