Amanecía, cruzaba el puente de mi vida y de mis sueños, y amanecía, como cada mañana; el frescor de la mañana me traía los aromas del nuevo día, olor de pan nuevo junto con los aromas del río, la oración musitada ante el retablo, tras santiguarme ante
Y al volver, al atardecer, cuando el sol buscaba el Cerro de Santa Brígida, y yo me reencontraba contigo, con el reflejo de tus azulejos, y tú te recortabas entre el caserío, para regalarme el beso rosado de tus mágicos atardeceres.
Triana siempre, Triana mi guarda, Triana mi espera, conocedora de mis pasiones y mis desvelos, Triana, tú, mi niña, conocedora de mi dolor y dueña de mi consuelo, Triana, mi fiel confidente que guarda para si, mis profundas soledades y mis íntimos secretos, quien llora conmigo y quien comprende, con una sola mirada de sus ojos verdes, cuanto guardan mis silencios.
Aquellos amaneceres se repiten cada día, pero ya nada es igual, ya no amanece mi vida, al cruzar tus calles, ya no me santiguo ante
1 comentario:
...Eres mucho más que eso,
pues eres parte del alma
de quien ha "tenío" la dicha
de criarse entre tus faldas;
y aprenderse tus costumbres;
y dormir en tu almohada;
y nacer bajo tu cielo;
y mamar de tus entrañas;
y presumir de trianero;
y decir ¡Viva Triana!.
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