viernes, 7 de noviembre de 2008

La espantá


Decía el genial Rafael El Gallo, que “las broncas se las lleva el viento y las cornás se la lleva uno”, llevo algun tiempo viviendo eso que alguien llamó una noche oscura. Mi alma en estos días fríos de Noviembre, anda triste y compungida, quizás las cornadas de la vida te golpean el alma y aunque intentas remontar el vuelo, este tipo de heridas tienen lenta recuperación, lo que influye en que la ilusión de cada mañana por subir algo al Soberao ya no sea tal, e incluso llegue a atosigarme.

Las razones de este mal, son muchas y diversas, pero lo que más me preocupa es la ilusión perdida, y es que las ilusiones son necesarias para vivir, y sin ellas no vamos a ningún lado.

Y así he recordado aquello que me contaron de aquel genial torero sevillano, Pepín Martín Vázquez, al que muchos recuerdan por su papel en Currito de la Cruz junto a Nati Mistral. Cuentan que aquel torero de Sevilla, un día dejó de tener ilusión al contemplar el vestido de torear en la silla del hotel, y que ese fue su fin.

Hoy, con el alma herida y la ilusión perdida, con lágrimas de tristeza, doy una espantá y cierro por algún tiempo mi Soberao, sólo la vida sabe si algún día volveré a abrirlo.

Gracias a todos los que habéis estado alguna vez en él.

5 comentarios:

Diego Romero dijo...

No tardes, torero. Y si la espantá es en serio, que te lleve al Rinconcillo.

Un abrazo.

Zapateiro dijo...

Espantás sonás ha habido unas cuantas, pero vueltas apoteósicas también, así que descansa, deja que el otoño se lleve nuestros anhelos y aquí estaremos.

¡Ánimo!

Reyes dijo...

Vaya hombre...
que haya suerte y vuelve, aquí somos muchos los que te esperamos, maestro.

el aguaó dijo...

Amigo Pepe Luis... no me lo creo.

Llego a este Soberao después de un tiempo perdido por mi situación laboral, y me encuentro ese cerrojo a cal y canto.

Espero que esto tan sólo sea una pausa y que vuelvas. Te estaremos esperando.

Un abrazo muy fuerte y una cántara llena de agua para que no tengas sed... y si la tienes: ya sabes dónde estoy.

Anónimo dijo...

Siempre me gustaron estas dos palabras... porque como las ejecutan los grandes.

Un abrazo.