Ya lo veís, ahí los teneis, está casi todo, pero falta todo, nada tendría sentido sin aquello que es vehículo de nuestra fe. La cuaresma se nos está diluyendo, como se no escapa el agua entre las manos, pero siempre nos dejará la esencia, porque cada año parece igual pero siempre es diferente, por eso se nos queda marcada en el alma y vuelve a florecer, como florecen los nuevos azahares en los viejos naranjos, con su olor de siempre.
En esta imagen se muestran tantas cosas que están por llegar, porque aunque parece que está ya todo, no ha llegado nada y nos recuerda que aún nos quedan tantas cosas por vivir.
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