Los bancos del coro de San Lorenzo están apretados en estos días de Quinario, puede que en los bancos más delanteros haya espacio, pero en los del fondo se reparten sentados por ellos mucha historia de la Divina Guantá, gentes que a pesar de los tiempos y de las personas, nunca la abandonan y en cualquier momento te pueden sorprender con esa chispa de cofrade antiguo, pues aprendieron a leer en las letras de Calvario, cuando sus mayores se reunían en la Orden Tercera de San Antonio y ellos, aún en pantalones cortos miraban y escuchaban las anécdotas de aquella Cofradía de los mayores que les estaba vetada por la edad y por los tiempos.
Allí están, algunos que responden a los mismos apellidos que ya aparecían en las primera relaciones de hermanos-acionistas, siempre la terminología mercantil tan cercana a la Hermandad del Señor ante Anás, en los para muchos lejanos tiempos de San Román. Allí están los nazarenos que hoy son los decanos de esta Cofradía del Martes Santo en tomar el cirio al cuadril y sujetarse el antifaz y a quienes, mantienen viva la llama de quienes les legaron su amor por esta Hermandad y hoy ya se lo enseñan a sus nietos.
Aquellos que son tan de su Dulce Nombre como puede serlo el estandarte o las convocatorias de cultos de Cayetano, Bofeteros de ayer de hoy y de siempre, a los que no nos imaginamos en otro lugar que no sea estos bancos finales del coro.
Hoy sonarán altas las voces del coro y en los bancos finales se responderá con el latín aprendido en aquellos cultos de San Antonio con la predicación del Guardián, en ellos, en estos días de Quinario, se sientan la historia viva y desconocida de nuestra Hermandad.
Allí están, algunos que responden a los mismos apellidos que ya aparecían en las primera relaciones de hermanos-acionistas, siempre la terminología mercantil tan cercana a la Hermandad del Señor ante Anás, en los para muchos lejanos tiempos de San Román. Allí están los nazarenos que hoy son los decanos de esta Cofradía del Martes Santo en tomar el cirio al cuadril y sujetarse el antifaz y a quienes, mantienen viva la llama de quienes les legaron su amor por esta Hermandad y hoy ya se lo enseñan a sus nietos.
Aquellos que son tan de su Dulce Nombre como puede serlo el estandarte o las convocatorias de cultos de Cayetano, Bofeteros de ayer de hoy y de siempre, a los que no nos imaginamos en otro lugar que no sea estos bancos finales del coro.
Hoy sonarán altas las voces del coro y en los bancos finales se responderá con el latín aprendido en aquellos cultos de San Antonio con la predicación del Guardián, en ellos, en estos días de Quinario, se sientan la historia viva y desconocida de nuestra Hermandad.
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