
Ya han pasado cincuenta años maestro, de aquella alternativa en Fallas, cincuenta años, toda una vida, que como usted bien ha dicho se le han pasado en un suspiro, como se nos han pasado a nosotros, los diez que hace ya, que en esa misma plaza celebró en los ruedos sus cuarenta años de doctorado.
Cincuenta años, que son algunos más desde aquella tarde del cincuenta y siete y aquel novillo Radiador, cincuenta años que son algunos menos de aquel día de la Ascensión y los toros de Urquijo o del día de Flautino y su gente esperándolo, matitas de romero en las solapas, expectación en la calle Iris.
Más de medio siglo de torería que se le han pasado en un suspiro, pero cuantos suspiros de torería, se quedaron para siempre impregnados en las vueltas de su capote, en verónicas de ensueños, ganando siempre el terreno, la pierna alante, cargando la suerte, como le enseñara Salomón Vargas, cada vez más despacio, como queriendo parar el tiempo y abrochando el quite, con esa media en la boca de riego, que tantos han querido, inutilmente, imitar después.
Medio siglo de toreo, que nos contaron sentados en las rodillas de aquellos que nos hicieron creer, y nos trasmitieron la fe de su currismo, esa que nos hizo cometer la locura de irnos a Jerez, al Puerto o a Antequera para ver que era posible, lo que otros creían imposible y es que, verdad José María, la loteria, a veces, toca, vaya que si toca, y nos hace que sigamos cometiendo la locura de torear al aire imitando inutilmente lo inimitable, cuando hablamos de él.
Cincuenta años de alternativa, que aunque ya no te veamos desde hace casi una década en los carteles de abril y rompiendo el paseillo liado en tu capotillo de seda, no han hecho que te hayamos olvidado y te sigamos soñando, torero de Sevilla, en la Pañoleta o en Utrera, en Málaga o en Almería o en aquella mañana de La Algaba.
Hoy se cumplen cincuenta años de este matador de toros por el que nos acercamos a la fiesta, por el que aprendimos que el toreo es un arte académico que sobrepasa las medallas que unos reciben y otros devuelven, por el que aprendimos que nos pueden entrar más toreros en la cabeza porque él era distinto, distinto en tardes de triunfos con sombreros y romero por el albero y distinto, porque no, también, en las tardes de almohadillas y broncas que se llevaba el viento, cincuenta años de alternativa de quien descubrimos que los elegidos pueden parar el tiempo con un capotillo entre las manos.
Cincuenta años del torero más importante de Sevilla, que entronca con la gracia de Pepe Luis y de Chicuelo y con el embrujo de Rafael .
Hoy se cumplen cincuenta años de que tomara la alternativa un torero distinto, faraón nacido en Camas, llamado Curro Romero.
(fotografía: Atín Aya)