Han pasado ya casi nueve años, de aquel mágico día de 1.999, el Estadio de la Cartuja tenía el mejor ambiente que imaginarse pudiera tras las jornadas que llenaron Sevilla de atletas, cuando de repente por la puerta por la que apenas un par de horas antes habían salido los corredores de la maratón, pareció la silueta solitaria de un corredor, ese corredor era Abel Antón.
Se me hace muy dificil explicar con palabras, los sentimientos que afloraron en aquel estadio, cuando aquel hombre, casi a punto de cumplir 37 años, cruzó en soledad aquel tunel que daba acceso al estadio donde estalló la locura de quienes estabamos allí, que casi lo llevabamos en volandas con nuestros gritos de apoyo y júblio.
Está muy claro que el maratón es la prueba reina del atletismo pero nunca pudimos imaginar de la grandeza de este deporte hasta que no vivimos ese momento mágico que se quedó grabado para siempre en nuestra memoria.
Hoy empiezan los Juegos Olimpicos de Pekín, sólo espero poder vivir alguno de los momentos de la gloria del deporte por televisión, si bien ninguno llegara a ser como aquel día en que viví la entrada al estadio de Abel Antón.
1 comentario:
yo también estuve alli y ha sido uno de los momentos mas emocionentes de mi vida
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