A la mañana siguiente, la cera seca sigue manchando los adoquines de Alemanes y el sol ilumina los cristales de los solitarios balcones, sigues el reguero por Matacanónigos hasta llegar a la Puerta de los Palos donde un dulce aroma de nardos te invitará a entrar, para reencontrártelos en la soledad de la Capilla Real, en su paso de tumbilla la mirada de la Virgen te retrotrae a los momentos vividos la mañana anterior.
Y piensas, en quienes vinieron de los pueblos del Aljarafe o de la Campiña, caminando toda la noche para pedir las tres gracias con el primer rayo de sol.
Recuerdas a quienes formaron parte de la procesión, los de la Asociación, el Consejo, en los de la cera roja de la Sacramental, los canónigos, el clero, los capitulares con sus chaqués…
Recuerdas a quienes hacían cola ante los peroles de aceite de los calentitos del Postigo, en los ritos que heredases de tus mayores y que intentas seguir cumpliendo, tras el desayuno en el mismo sitio de toda la vida, el encaminarse a Santa Rosalía y de allí a San Lorenzo a rezar una Salve ante nuestra Virgen Dulce.Recordaras la tarde de toros en la Maestranza, nostalgia de lo no vivido, de aquella alternativa purísima y oro de aquel por quien nos pusieron el nombre, y de cómo la fecha más taurina del calendario se queda en tu plaza como en un cartel sin pena ni gloria…
Apenas veinticuatro horas antes las vallas y el bullicio te impedían acercarte al paso, y ahora, en la soledad de la Capilla Real, casi puedes tocar las varas de nardos...
Todo y nada… en tan sólo unas horas, del bullicio a la soledad más absoluta en la Capilla Real.
Y piensas, en quienes vinieron de los pueblos del Aljarafe o de la Campiña, caminando toda la noche para pedir las tres gracias con el primer rayo de sol.
Recuerdas a quienes formaron parte de la procesión, los de la Asociación, el Consejo, en los de la cera roja de la Sacramental, los canónigos, el clero, los capitulares con sus chaqués…
Recuerdas a quienes hacían cola ante los peroles de aceite de los calentitos del Postigo, en los ritos que heredases de tus mayores y que intentas seguir cumpliendo, tras el desayuno en el mismo sitio de toda la vida, el encaminarse a Santa Rosalía y de allí a San Lorenzo a rezar una Salve ante nuestra Virgen Dulce.Recordaras la tarde de toros en la Maestranza, nostalgia de lo no vivido, de aquella alternativa purísima y oro de aquel por quien nos pusieron el nombre, y de cómo la fecha más taurina del calendario se queda en tu plaza como en un cartel sin pena ni gloria…
Apenas veinticuatro horas antes las vallas y el bullicio te impedían acercarte al paso, y ahora, en la soledad de la Capilla Real, casi puedes tocar las varas de nardos...
Todo y nada… en tan sólo unas horas, del bullicio a la soledad más absoluta en la Capilla Real.
Per Me Reges Regnant
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