martes, 17 de junio de 2008

Rafael


Por mucho que se detenga el torero en sus manos, parando sus pies, en el lance torero, "cargando y tendiendo la suerte"-como nos dice Pepe Illo- pronto esa bellísima imagen del toreo se borrará de nuestros ojos. No nos quedará de lo visto otra huella que la del recuerdo al evocarla. Visto y no visto. Por mucho, repito, que quiera detenerse el lance, la suerte, la imagen viva del torero y el toro, hasta en su evocación volandera perderemos su permanencia. Del toreo, como de nuestra vida humana nos dijo en un angustioso verso barroco Calderón:
"lo que nos queda es lo que no nos queda"
Por eso llamamos nosotros al toreo "Arte de Birlibirloque". Visto y no visto. Prodigioso. Maravilloso. Milagroso. Mágico.
(José Bergamín en La Claridad del Toreo)
Con sus rodillas rotas en pedazos, Rafael de Paula se puso durante décadas delante de los toros con la sola defensa de su anómala sabiduría, de su instinto oscuro, de sus muñecas lentas y barrocas. ¿Esos célebres miedos de Rafael de Paula? No es más valiente quien menos miedo tiene, sino aquél que, aun estando muerto de miedo, lleva a cabo faenas de valiente. Con sus piernas de trapo, con sus rodillas convertidas en una chatarrería gracias a la cirugía experimental de los años setenta, el Paula fue el torero más portentoso, más imprevisible, más excéntrico, más desvalido y más hondo de cuantos ha visto uno, y tardará mucho en nacer -si es que nace- alguien que lleve el oficio de torear adonde él lo llevó: al territorio de la pura especulación artística, al ámbito irreal de los arquetipos, al grado de la ensoñación inexplicable.
Una tarde de feria, un torero de 60 años fue vencido por el tiempo. Tenía que matar dos toros, pero comprendió que lo más lógico sería que uno de esos dos toros lo matara a él.
Rafael de Paula estaba al margen del toreo a fuerza de estar en el núcleo mismo del toreo: lo suyo era otra cosa. No rompió ningún molde: se limitó a crear un molde nuevo. Hasta que el molde se rompió por sí solo, claro está. Y el mundo sigue.
(Felipe Benítez Reyes)

3 comentarios:

Moe de Triana dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Moe de Triana dijo...

Un artista en toda regla, así en mayúsculas y negrita, ARTISTA, máximo exponente del toreo de pellisco.

¡Ole los flamencos!

Un saludasso Pepeluí.

Diego Romero dijo...

Pero aunque sea un arte de bilibirloque, la retina tiene memoria, amigo Pepe Luís.
Y lo tengo grabado a fuego: Feria de San Miguel, década de los ochenta. Servidor en el tendío doce como buen pobre. Y le salió un manso que no había forma de llevarlo a la sombra. Después de varios intentos de sus subalternos, cruzó la plaza con los andares y la parsimonia que le caracterizaban, y le pego al toro en la misma puerta de chiqueros dos verónicas y media, que servidor, cuando se dió cuenta, estaba de pié en lo alto de la almohadilla.
Verídico... Sin Gandía ni garbanzos.

Un abrazo.