Por mor de compromisos familiares de fuerza mayor, la corrida de Victorino nos ha tocado verla desde la distancia, lejos de nuestro Tendido Alto del 9 y a través de la televisión, con ciertos comentarios de más y algunos silencios de menos, lo que pone de manifiesto cuánta falta hace el ver los toros con sonido ambiente, sin opiniones que nos coarten o que nos haga defender nuestra visión del festejo de manera distinta a la que dictan desde su atril los vendedores de su doctrina.
Hay faenas que se puntúan con casquerias baratas y de los que mañana afortunadamente nadie se acordará y triunfos sonados que quedaran para siemprese en el recuedo de quienes lo vivieron aunque por circunstancias no se vean refrendadas por estadisticas de trofeos, pero que cuando pase el tiempo, en cualquier conversación sobre toros, siempre se tienen presentes.
Es lo que le pasara a Emilio de Justo y su faena al cárdeno Bochinchero, uno de esos toros de Victorino que no dejan indiferentes, por cuánto a un puntito de mansedumbre se le unía la casta de su sangre, lo que hacía que la verdad del toreo del extremeño llegara cargada de emoción a los tendidos. En la verdad de Emilio de Justo esta el triunfo de su entrega, esa que tras un tiempo de letargo ha despertado Luisito, para el bien de la Fiesta.
Es lo que le pasara a Emilio de Justo y su faena al cárdeno Bochinchero, uno de esos toros de Victorino que no dejan indiferentes, por cuánto a un puntito de mansedumbre se le unía la casta de su sangre, lo que hacía que la verdad del toreo del extremeño llegara cargada de emoción a los tendidos. En la verdad de Emilio de Justo esta el triunfo de su entrega, esa que tras un tiempo de letargo ha despertado Luisito, para el bien de la Fiesta.
La faena por ambos pitones es de las que se quedan en la memoria, y si la espada hubiera entrado a la primera , quien sabe si hubieran tenido más repercusión, pero la ovación al torero no es de las que cae en saco roto y seguro que volveremos a ver anunciado a este torero que ayer debutaba en Sevilla como matador de toros, y que sin duda a vuelto para quedarse.
Del resto hay que destacar la vergüenza torera de Escribano, y la torería -aunque por momentos un tanto forzada- de Ferrera.
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