El precio de una tarde toros

Igual que no cuesta lo mismo una entrada de Tendido Alto de Sol, que una barrera del Tendido 1, esta tarde hemos visto quizás la tarde de triunfos más escandalosamente baratos de los últimos tiempos y no a un torero cualquiera, sino a toda una figura que sin duda no necesitaba de esto para ampliar su hoja de servicios.

Todo se inicia por la concesión a El Juli, tras un pinchazo y una estocada caída, por parte del palco presidencial de una oreja minoritaria, que el torero de Madrid entre las protestas entregó a un banderillero y procedió a dar una vuelta al ruedo entre la división de opiniones. Cuando salió el quinto, herido en su amor propio, se inventó una faena que esta vez si, fue premiada correctamente con dos orejas, y el propio matador pidió para el toro de Garcigrande una excesiva vuelta al ruedo, que fue concedida por el Presidente entre el estupor de muchos. La suma de trofeos permitía una Puerta del Príncipe, la quinta del torero en sus 20 años de alternativa, que desafortunadamente nada tiene que ver con las anteriores. Unos no comprendían tamaño triunfo y otros buscaban justificarlos con excusas de lo mas burdas y banales, incluida la típica comparación entre toreros que sólo buscan colocar algún que otro cabezazo.

Pero si alguien puso realmente en valor el precio de las entradas ese fue Morante, con un ramillete de verónicas cargadas de naturalidad, que bien deberían de ser consideradas patrimonio universal, pues el arte está por encima de etiquetas y luego un quite por delantales y otro por chicuelinas y un toreo de sabor añejo aunando a los genios de la escuela sevillana.

Cuando la tarde caía en Adriano y mientras El Juli veía aupado el atardecer de Triana, algunos cabales comentaban, del precio de una tarde toros, ese que diferencian públicos, carteles y gustos, donde un capote de quilates era capaz de tapar el premio barato de una plaza que bien pareciera de talanquera y no el templo sagrado de la tauromaquia.

Fotografía. Juan Carlos Muñoz / Diario de Sevilla