¿Era de pañuelo naranja el toro Orgullito? ¿Era la faena de El Juli merecedora de tres pañuelos y no de los dos que concedió el Presidente? ¿Cumplió el toro en la suerte de varas? ¿Porqué el Presidente sacó el pañuelo naranja tan rápido antes de dar el primer aviso? ¿Es comparable este indulto con el de Cobradiezmos? Estas y otras cuestiones eran de las que se dicutía en las puertas del Bar Taquilla, del Ventura o del Punto por los habituales cabales de cada tarde, copa en mano, apenas quince minutos después que El Juli hubiera cruzado a hombros la puerta de la gloria de la tauromaquia por quinta vez en su carrera.
El Juli venía vestido de verde esmeralda -o verdemar- y oro, y su actitud toda la tarde dejaba a entrever que venía dispuesto a ganr la pelea, máxime cuando venía acartelado con Ponce y Talavante, la faena de su primero, premiada con dos orejas, fue una más de sus faenas poderosas y técnicas, donde arqueba el cuerpo para vaciar la embestida del animal y mató con su habitual "julipié" y cortó dos orejas, pero sinceramente la de Orgullito, fue la mejor faena de muleta que le recordamos en Sevilla, una faena de menos a más, ante lo que sería el paradigma del toro moderno, con toreo en redondo lleno de empaque y con un toreo al natural tan perfecto que se permitió no llegar ni a rematarlo para salir de la cara del toro de Garcigrande, nobilísimo y encastado... hasta ahí todo perfecto, a falta de la rúbrica con la espada de dos orejas sin contemplaciones y quien sabe si no de rabo, que eso que si que está dificil en Sevilla, 47 años ya del último... Pero la emoción, contagió a la plaza, que pedía el indulto sin contemplaciones, sin recordar siquiera el trámite del caballo, conforme aquello seguía la plaza se convertía en un manicomio, y quizás la Presidencia lejos de poner cordura en un momento de extasis colectivo, fue demasiado veloz sacando el pañuelo naranja. ¿Nos queda la duda de lo que hubiera pasado si el toro hubiera gazapeado en algún muletazo de los que podrían haber venido después ...? La realidad es que el indulto se lo trabajó- por no decir que se lo inventó- El Juli y se le perdonó la vida a un gran toro, noblisimo y encastado. Curriosamente cuando el toro ya se había marchado por los chiqueros, apenas había pañuelos en
los tendidos y el Presidente, esta vez con buen tino, concedió de facto
las dos orejas simbólicas.
Cuando ya todo había terminado, quince minutos más tarde en los bares, salían las comparaciones siempre odiosas, de los indultos en Sevilla, y siempre salía frente al de Orgullito el nombre de un toro bravo.
Fotografía: Arjona @Firma_Arjona
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