jueves, 12 de abril de 2018

El gusto de lo distinto



Volvían los Torrestrella a Sevilla tras el gran triunfo del año pasado y tenían enfrente a una terna de sevillanos necesitados de gloria, con un Javier Jiménez, que año tras año tiene que buscar los contratos a base de estas oportunidades, un Lama de Góngora que tras sus comienzos prometedores, con la gloria de haber cruzado un día la del Príncipe, ha conocido la otra cara de la fiesta, permaneciendo dos años en México y Pablo Aguado que toreaba su primer festejo de luces tras su alternativa por San Miguel. Estas oportunidades a veces, cuando el triunfo es necesidad, traen más veneno que otra cosa, por eso hay que valorar a quien sabe aprovecharlas, y si hay un nombre a destacar de este festejo, este es sin duda el de Pablo Aguado.
Pablo, es distinto, con un marcado sentido del temple, y sobre todo algo que no se aprende y que se llama naturalidad. Es cierto que debe de mejorar con la espada, que de haber acertado en su primero, quien sabe si no estaríamos hablando de un triunfo mayor, porque sin espada no hay paraíso, pero la torería con la que anduvo sobre el albero hace que den ganas de volverlo a ver. En el gusto de lo distinto está la virtud y Pablo Aguado nos gusta porque atesora en sus manos la sensibilidad tan distinta, de la naturalidad conjugada con el toreo eterno.

Fotografia:  Álvaro Pastor Torres /@apastort 

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