Ya has
llegado, como el azahar al naranjo, como la luz que cada tarde avanza más allá
de la cornisa del Aljarafe, como la pancarta que cruza de punta a punta la
Puerta Carmona, como el sonido de aquella vieja saeta de Centeno... Ya has
llegado, como siempre, como volvieron las golondrinas a las cornisas, y los
vencejos a la plaza, que este año estrena la desnudez de las palmeras que
tantas veces rodeamos de niño en aquella mañana de domingo de Función Principal
con aquella medalla al cuello que casi nos llegaba a las rodillas.
Ya has
llegado, trayendo la ceniza que nos señala la frente y nos marca el alma, han
vuelto los nazarenos a la consola de la entrada y a reflejar tus ojos, en esos
ojos que hoy se miran en el escaparate de La Campana... Y así a partir de hoy,
cuarenta días y cuarenta noches, para vivir y revivir lo que nos quedará
eternamente marcado a fuego en nustra memoria, esa que nos lástima con su
recuerdo en fechas lejanas a los días del gozo.
Ya has
llegado, y ahora quiero escucharte, sentirte, vivirte y preparar todo aquello
que nos espera, porque de nada serviría todo esto, si no supiéramos que has
llegado para hacernos sentir sencillamente el eterno triunfo de la vida.
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