miércoles, 19 de marzo de 2014

La cera que arde

En Cuarentena...

La vira de oro de la tade de marzo nos ha traído a San Lorenzo, altar de cera tiniebla, túnica blanca y manos a la espalda, toda la humildad del mundo en una mirada de frente -siempre de frente- que nos retrotrae a la fría estancia del enfermo por el que pasan los días en la rutina hospitalaria. Allí el médico también viene de blanco, con las manos a la espalda para reconocer al paciente, en esas mañanas de hospital interminable, cuando la convalecencia es puro trámite, previa a esa alta clínica que nunca parece llegar, cuando las visitas son las contadas y las ausencias ay, casi siempre más de las esperadas.
El Quinario avanza mientras la cera va creando gota a gota el moco donde se sustenta el legado que un día nos legaron y que hoy ya vamos legando, un moco sin imposiciones ni voces altas, que para altos ya están los sones de Lerate, que no entienden de ausencias y sí de presencias, que aquí no hay más cera que la que arde, un moco que chorrea y se esparrama sobre el platillo como orgullo bofetero, en el que dicen que como una patena o un espejo ya se aprecian -cercanos, muy ceranos- los primeros rayos del sol naciente de los nuevos tiempos.
Fotografía: @artesacro

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